Apologética en la Liturgia de la Palabra
DIVINIDAD DE CRISTO Y SANTÍSIMA TRINIDAD
Domingo XVIII del Tiempo Ordinario, solemnidad.
La Transfiguración del Señor, fiesta.
Lecturas del día: Dn 7, 9–10. 13–14; Sal 96, 1–2. 5–6. 9; 2Pe 1, 16–19; Mt 17, 1–9.
Comentario:
La Transfiguración del Señor nos lleva, como a Pedro Santiago y Juan, al monte Tabor para recibir, del Señor, evidencias que fortalecen y preparan nuestra fe ante el encuentro con personas que objetan la Divinidad de Jesucristo y la Santísima Trinidad. Nos guiará en esta formación de hoy el Papa San Juan Pablo II, con una Catequesis que dio durante la Audiencia General del 26-04-2000: (1)
“Cristo es el centro de la Transfiguración. Hacia él convergen dos testigos de la primera Alianza: Moisés, mediador de la Ley, y Elías, profeta del Dios vivo. La divinidad de Cristo, proclamada por la voz del Padre, también se manifiesta mediante los símbolos que san Marcos traza con sus rasgos pintorescos. La luz y la blancura son símbolos que representan la eternidad y la trascendencia: «Sus vestidos se volvieron muy blancos, como la luz» (Mt 17, 2). Asimismo, la nube es signo de la presencia de Dios en el camino del Éxodo de Israel y en la tienda de la Alianza (cf. Ex 13, 21-22; 14, 19. 24; 40, 34. 38).
Canta también la liturgia oriental, en el Matutino de la Transfiguración: «Luz inmutable de la luz del Padre, oh Verbo, con tu brillante luz hoy hemos visto en el Tabor la luz que es el Padre y la luz que es el Espíritu, luz que ilumina a toda criatura».
Este texto litúrgico subraya la dimensión trinitaria de la transfiguración de Cristo en el monte, pues es explícita la presencia del Padre con su voz reveladora. La tradición cristiana vislumbra implícitamente también la presencia del Espíritu Santo, teniendo en cuenta el evento paralelo del bautismo en el Jordán, donde el Espíritu descendió sobre Cristo en forma de paloma (cf. Mc 1, 10). De hecho, el mandato del Padre: «Escuchadlo» (Mt 17, 5) presupone que Jesús está lleno de Espíritu Santo, de forma que sus palabras son «espíritu y vida» (Jn 6, 63; cf. 3, 34-35).
Dios nos conceda una mente y un espíritu abierto y dócil a la manifestación de Dios, tal como lo hicieron los apóstoles elegidos por Cristo en su Transfiguración.
Fuente:
(1) JUAN PABLO II – AUDIENCIA GENERAL – Miércoles 26 de abril de 2000. [vatican.va/content/john-paul-ii/es/audiences/2000/documents/hf_jp-ii_aud_20000426.html]
Para compartir:
1.- ¿Qué significa la Transfiguración del Señor para el cristiano y la Iglesia?
2.- ¿De qué modo expone San Juan Pablo II la doctrina de la divinidad de Cristo y de la Santísima Trinidad en el relato de la Transfiguración del Señor?
Elaborada por:
P. Héctor Pernía, mfc