Pbro. Héctor Pernía, mfc
Muchos dicen: “No me gusta ir a Misa porque los cantos y todo es muy aburridos”.
(614) Debemos decirle a quien se exprese así: “No hay de qué preocuparse de que no te guste. Si la Santa Misa y sus cantos fueran para rendirle culto a usted habría que preocuparse de que los cantos y todo lo que se hace sean de tu gusto. La santa Misa es para rendirle culto a Dios y no a usted. El culto cristiano no es para organizarle a la gente conciertos y discotecas; para eso pueden ir a iglesias del mundo que no vienen de Dios, donde se especializan en complacer a sus seguidores y se preocupan más del sonido, de la acústica, del confort de la gente, y de los ingresos, que de enseñar a sus seguidores a renunciar a sí mismos y a cargar con la cruz de Cristo”
Una distorsionada relación con Dios cargada de subjetivismo.
(615) Puede hacer creer que para estar bien con Dios basta con escuchar o cantar canciones que le hagan sentir bien; siendo que la relación, la comunión, la paz y los deberes con Dios van mucho más allá que sentirse bien. Miremos el espejo de pasión, muerte y resurrección de Cristo y sus palabras: “quien quiera seguirme, que renuncie a sí mismo” (Mc 8,34). La música protestante lleva a otra dirección opuesta: agradar el gusto de quien oye, satisfacer los sentimientos y afectos de los seguidores. Toda una oposición a lo que Cristo le pide a sus discípulos.
Mientras la música protestante está hecha para complacer el ego de quien la oye, la fe cristiana ha de llevar con sus canciones a liberarse de él y agradar no a los hombres sino a Dios. Leamos Rm 12, 1-2, renovemos nuestros criterios y que los modos de pensar de este mundo no nos arrastren lejos de Dios.
La Santa Misa no es una “iglesio-discoteca”, “iglesio-show” o “iglesio-concierto”,
(616) …sino el ofrecimiento a Dios del único sacrificio necesario y eterno con el que somos redimidos y salvados de nuestros pecados: el sacrificio del Cordero, de Cristo eucaristía, el memorial de la Última Cena en que Cristo se entrega a los suyos en su cuerpo y en su sangre ocultos en el pan y el vino consagrados. En la Santa Misa acudimos a un sacrificio incruento, al encuentro del Cordero que a Dios se sacrifica para darnos la vida eterna; y le comemos para que de ese modo nos alcance la gracia de podernos alimentar del mismísimo cuerpo y de la mismísima sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Ir a la santa Misa a buscar diversión es como ir a la cruz a divertirse mientras Cristo agoniza.
(617) Es como ir a asegurarse que Cristo esté bien muerto. Es tan igual a presentarse ante al calvario, y allí ante la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, prender la rumba, hacer mover los cuerpos de los soldados y de los dirigentes judíos de aquel tiempo, y hacer que gocen bastante mientras se burlan y hacen de la crucifixión del Señor un espectáculo.
¿Qué deben cantar los grupos de música católicos?
(618) Deberían cantar lo que las doctrinas protestantes nunca cantan, y que si un día llegan a cantar nuestras canciones, sea porque estén sanando su fe y se estén convirtiendo verdaderamente a Cristo.
Todos los autógrafos debe firmarlos Jesucristo.
(619) Ningún bautizado que sea cantante o músico debe opacar con su propia fama la gloria de Cristo; la humildad debe llevarle a reconocer a Cristo como el verdadero artista y a reconocerse a sí mismo como su obrero. A sus seguidores deben decirle como Juan el Bautista a sus discípulos: “Conviene que yo disminuya y que Cristo crezca” (Jn 3,30). “Yo no soy digno de desatarle sus sandalias” (Hch 13,25). Yo no puedo y no debo firmarte ese autógrafo; anda a Cristo para que te lo firme. No hagamos con los siervos de Cristo lo que hace el mundo con sus propios ídolos”.
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