Cuidado con las “ayudas” que te llegan. Aléjate de las sectas protestantes.
Las sectas protestantes hacen un daño muy grande en la fe y en la sociedad, ya que manipulan muchísimo la Biblia y las situaciones más difíciles del ser humano para hacer proselitismo y sumar miembros a su organización. Se la pasan viendo demonios e ídolos donde solo hay imágenes santas que son de gran ayuda espiritual para la fe.
Son señuelos del mal que tientan a las personas débiles a destruirse y alejarse de lo que les ayuda, para que no hagan nada que combata los verdaderos ídolos. Transmiten a otros su propia ceguera y engaño demoníaco para adversar todo lo que sea de Dios; de manera que realmente conducen a muchas almas a la condenación y destruyen la vida de las personas. Sin embargo, viven abrazadas a sus ídolos y no permiten que nadie se los toque. Viven enredados en la idolatría con un apego excesivo a un familiar, a la pareja, a su falso pastor, al trabajo, a un líder político, a los bienes materiales, al dinero, a las apariencias, al placer, al poder, a una mascota.
Cuando esas falsas seguridades se quiebran, las personas se hunden con ellas. De allí a la desesperación, no hay más que un simple paso; y no pocos culpan a Dios de lo que Él, en realidad, no ha tenido parte alguna, porque toda la responsabilidad ha sido personal.
Así dice San Pablo a los gálatas:
”No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará: el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna” (Gál 6, 7-8).
Si de un grupo protestante vienen personas a ofrecerte ayuda en un momento de desesperación y te brindan el auxilio que necesitas, pero comienzan a contrariar la Doctrina Católica e inducirte a otra doctrina diferente, entiende que te están arrastrando a un dios diferente y aparte del verdadero; por lo que la salida de la desesperación no es sino un espejismo o solución falsa; porque, más tarde, o al final del camino de la vida, esa desesperación será mayor.
Así dice en la palabra de Dios, en Mt 7, 21-23:
<<No todo el que me diga: «Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre Celestial. Muchos me dirán aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!»>>.
Para compartir:
1-. ¿Por qué debemos ser tan cautelosos en las horas más difíciles con las ayudas que aparecen?
2-. ¿Cuál sería el resultado en un momento de desesperación si hemos permanecido siempre entre hermanos en la fe, dentro de la única Iglesia que fundó Cristo?
Elaborada por:
P. Héctor Pernía, mfc