Apologética en la Liturgia de la Palabra
DEL MANÁ CAÍDO DEL CIELO, A LA EUCARISTÍA
Miércoles, XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, memoria obligatoria.
Lecturas del día: Ex 16, 1–5. 9-15; Sal 77, 18–19. 22–28; Mt 13, 1–9.
Comentario:
El texto de la primera lectura nos muestra la paciencia y misericordia de Dios al darnos a comer comida de ángeles, la misma carne y sangre de su Hijo. Paciencia, porque sobrelleva con bondad y esperanza de conversión, la actitud de muchos incrédulos que a las cosas de Dios siempre responden con ponzoñosa actitud de la murmuración.
Mediante aquel maná que llovía del cielo para alimentar a su pueblo Israel en el desierto, Dios nos anunciaba que nos daría un pan distinto y de mayor gloria: la Santa Hostia. Es de algún modo, una premonición de un Pan nuevo y esplendoroso que, al comerle, nos hace portadores de vida eterna.
De la relación entre el maná del desierto y la Eucaristía, fue el propio Jesucristo quien nos reveló su mutua pertinencia. Dijo Jesús a los judíos: “En verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.” Ellos dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.” Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed” (Jn 6, 32-35). Y luego, aludiendo al pan que daría a comer en la Última Cena, y a su sacrificio en la cruz, dijo: ”Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo” (Jn 6, 51).
Elevando los ojos al cielo, como aquellos israelitas que diariamente esperaban el Maná que Dios les proveía del cielo, dirijamos nuestra mirada ante el altar eucarístico donde se hace presente el sacrificio de Cristo en la hostia. consagrada, y postrados digamos: “Señor, danos siempre de este pan”. Y acerquémonos reconciliados con Dios y con los hermanos a comer del Maná Santo, de Cristo, con las condiciones que los Apóstoles prescribieron a los primeros cristianos: “Reunidos cada domingo, partid del pan y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro”.
Para compartir:
1.- ¿Qué debemos hacer los cristianos para que los incrédulos crean que en la Eucaristía el mismo Jesucristo se entrega para que le comamos?
2.- ¿Qué otros pasajes de la Sagrada Escritura pueden fundamentar y robustecer nuestra fe en la Santa Eucaristía?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc