Comentario:
Los cristianos celebramos hoy la solemnidad de Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, acudimos a la EUCARISTÍA para participar, adorar y comer del único y eterno sacrificio que nos puede salvar del pecado y dar la vida ETERNA. Esta ocasión es providencial para orientar al pueblo de Dios acerca de cuál es verdadero lugar de culto.
Sólo la Iglesia Católica perpetúa y permanece fiel a la Cena del Señor; ya que sólo la Eucaristía reúne las condiciones esenciales para que pueda darse el verdadero culto y la verdadera adoración: el Sacerdocio instituido por Cristo, la presencia real de la Víctima, el Cordero se Dios que nos salva, y el altar de la cruz, representado en aquel íntimo altar de la Última Cena.
Sacerdocio, Víctima y Altar son tres propiedades esenciales para que haya culto salvador. Como dijo el Papa Pío XII: «Cristo es ciertamente sacerdote, pero lo es para nosotros, no para sí mismo, ya que él, en nombre de todo el género humano, presenta al Padre eterno las aspiraciones y sentimientos religiosos de los hombres. Es también víctima, pero lo es igualmente para nosotros, ya que se pone en lugar del hombre pecador»(1)
Toda pretención de llamar culto a reuniones donde estas tres condiciones estén ausentes no hacen sino demostrar astutos artificios del maligno para evitar a toda costa que las almas más necesitadas encuentren el culto que les redime. Aquellos no pasan de ser cultos inútiles, vacíos, vendados de tinieblas, llenos de oscuridad.
Abramos los ojos a la luz, seamos fieles a Cristo que nos llama para alimentarnos de su Cuerpo y Sangre ( Lc 22,14-20) Vayamos a la Misa, no buscando espectáculos, autocomplacimientos, opulencia, sino con la humildad y disposición del siervo sufriente (Is 52,13-53.12), acercando nuestros pensamientos y sentimientos a los que llevaba Cristo en la Última Cena, llevando la Cruz y muriendo en ella: humildad, entrega de sí mismo y total abandono en la voluntad de Dios.
Reverenciemos y demos un solemne y eterno ‘amén’ al único Sacrificio necesario que nos puede alcanzar la Resurrección y la inmortalidad: la Santa Misa. No apoyemos ni participemos en actividades de brujería, donde sacrifican para Satanás, animales y hasta personas, burlándose y despreciando el Sacrificio santo ofrecido por Cristo en la cruz.
Fuente: Pio XII, De la carta encíclica Mediator Dei
Preguntas para compartir:
1. ¿Por qué la Eucaristía es el verdadero culto?
2. ¿Qué nombre le darías a las reuniones de los grupos que hacen llamar ‘culto’ a lo que no reúne las condiciones para serlo?
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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