Apologética en la Liturgia de la Palabra
Sábado, IV Semana de Cuaresma
Lecturas del día: Jer 11, 18–20; Sal 7, 2–3. 9–12; Jn 7, 40–53.
Comentario:
El ambiente de hoy en torno a la persona de Jesús es semejante al que narra el evangelio de hoy:
«Unos decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el Cristo? ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de donde era David?» Se originó, pues, una disensión entre la gente por causa de él» (Jn 7, 41-43).
¡Qué curioso! Siendo que Jesús nació en Belén, y que muchos sabían de qué familia había nacido; sin embargo, la propia gente que lo ve y lo oye se ven confundidos y reacios entre sí: «¿El Mesías no tenía que haber nacido en Belén y ser descendiente de David?». Todos hablando de Él sin conocerle.
¡Así andan las cosas hoy…!
Unos diciendo: «Jesús no es Dios, es un arcángel»; otros, «que el Infierno, el Purgatorio, el Pecado Original…, que nada de eso existe»; «que la madre de Cristo no es virgen»; «que la Iglesia Católica no fue fundada por Cristo»; todo esto y mucho más, a pesar de abundantes evidencias bíblicas e históricas que están a su alcance y les da la información para que recapaciten y salgan de su error.
¿Cómo actuar ante estas situaciones?
Con la paciencia y bondad con que Cristo cubrió con su sacrificio nuestras culpas. De Él hablaba el profeta Jeremías: «¡Y yo que no tenía más sospecha que el cordero al que llevan tranquilo para matarlo!»_ (Jer 11, 19). ¿Tranquilo, por qué? Por su mansedumbre, su fortaleza interior y su compasión por quienes le desconocen y ofenden.
Es difícil que hoy puedan dar con Cristo quienes viven como en medio de un gran supermercado con los pasillos, vitrinas y mostradores repletos de sectas anunciando: «¡Este sí es Jesucristo! ¡Aquí sí está Cristo!». En un lugar desolado del supermercado, casi más bien fuera de él, hay un templo donde un sacerdote levanta la blanca Hostia ya consagrada y anuncia: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la Cena del Señor».
«El amor es desconocido: “el Amor no es amado”, decía en su tiempo San Francisco de Asís» (1). Y porque Cristo es desconocido se necesitan pregoneros que anuncien la santa Eucaristía, pues hay más de un insatisfecho dando vueltas y perdido entre las Sectas buscando su Cuerpo resucitado.
Fuente:
(1) TITO BRANDSMA, Escritos: “¿También tú desprecias el amor?” . deiverbum.org/jn-07_40-53/
Para compartir:
1.- ¿La multiplicación de miles de Sectas aumenta o disminuye el conocimiento de Cristo en la sociedad?
2.- ¿Cómo te has sentido en la fe ante ese entorno? ¿En qué pudieras ayudar para solucionarlo?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc