Jueves, III Semana de Pascua.
Comentario:
Para quienes encuentran difícil entender que los católicos, cuando van a misa, recibimos, no una simple hostia, sino el mismísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es oportuna la liturgia de hoy, especialmente para aquellos que se apartaron de la Iglesia Católica para vivir la fe fuera de ella. Con este tema quiero darles a ver algo oculto, diferente y desconocido a lo que los falsos pastores les dicen sobre la Santa Misa.
Justamente en el santo Evangelio de hoy (Jn 6, 44-51), el propio Jesucristo hace un revelador anuncio de lo que iba a ofrecer como alimento y sacrificio en la Última Cena. El dijo:
«Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. (Jn 6,51)
Aquí habla en futuro, y leyendo el capítulo 6, desde el versículo 1 hasta el 40, no hay uno que señale lo del 41, es decir, que Jesús haya dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo». Sin embargo esto es lo entendido por todos, tanto que Juan lo señala como murmullo de los judíos. Y cuando Jesús se percata de ello los increpa: “no murmuren entre ustedes” y reafirma ése sentido entendido: “Yo soy el Pan de Vida”. El hablarles de esa manera los escandalizaba tanto que muchos de sus discípulos terminan yéndose, y pregunta a los doce: “También ustedes quieren marcharse?.” (Jn 6,67).
Este sentido es literal y no figurado porque si no los discípulos, como en otros pasajes, le hubiesen pedido explicación del lenguaje usado en la Última Cena, al tomar y comer el cuerpo del Señor. (Lc 22,19). San Pablo lo recalca cuando explica que él ha transmitido fielmente lo que Jesús le enseñó: ”Este es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío” (1Cor 1,24) Y si aún así siguen afirmando que es simbólico entonces, ¿también lo es la resurrección? (Jn 6,54).
Hay que asimilar que en la Nueva Alianza, nos reunimos en asamblea para comer el pan de los ángeles: Jesucristo, como expiación y remisión de nuestros pecados. Ya lo decía San Cirilo: «No pienses, por tanto, que el pan y el vino eucarísticos son elementos simples y comunes: son nada menos que el cuerpo y la sangre de Cristo, de acuerdo con la afirmación categórica del Señor; y aunque los sentidos te sugieran lo contrario, la fe te certifica y asegura la verdadera realidad».
«La fe que has aprendido te da, pues, esta certeza: lo que parece pan no es pan, aunque tenga gusto de pan, sino el cuerpo de Cristo; y lo que parece vino no es vino, aun cuando así lo parezca al paladar, sino la sangre de Cristo»(1)
Fuente:
1. San Cirilo de Jerusalén, (315-386 d. C.) Catequesis de Jerusalén 22, Mystagogica 4,1.3-6.9
Para compartir:
1. Para un simple humano es imposible que un pan 🍞 se convierta en carne aunque ante los ojos y al paladar siga pareciendo pan. ¿Pero, para Cristo es imposible? Argumenta tu respuesta.
2. ¿Qué efectos produce en la persona participar en la Santa Comunión?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc.
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