Lunes, III Semana. Tiempo Ordinario.
Comentario:
A pesar de que hay muchos que niegan la existencia del mismo, sin embargo, en el evangelio de la Liturgia de la Palabra de hoy encontramos una directa inferencia del mismo. Veamos el pasaje y luego el comentario explicativo:
“En verdad les digo: se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.” (Mc 3, 28-29)
Jesús distingue que el destino de quienes pecan contra Dios es diverso al de quienes pecan contra el Espíritu Santo. Ambos son pecados, pero no tienen las mismas consecuencias al final de la vida.
Jesucristo dijo que los que cometen pecados contra Dios tendrán perdón. ¿A dónde van aquellas almas que mueren en ese estado?
Al infierno no puede ser, porque Jesucristo dijo que allí van los que calumnian y pecan contra el Espíritu Santo.
¿Al cielo, entonces? Tampoco, porque tomando las palabras de Cristo, allí van los que no llevan pecado.
¿A dónde van dichas almas? ¿Si no es al infierno o al cielo? Sólo un misterio que hable de purificación de almas lo puede explicar; y lo más cónsono y coherente, bíblicamente y teológicamente hablando, es que hablemos del PURGATORIO: oportunidad dada por Dios a muchas almas heridas en pecado, para rescatarlas mediante la purificación, a través de la ayuda de quienes en la tierra y en el cielo, por ellas ofrecen el sacrificio de Cristo en la Eucaristía, la oración y sus obras de caridad.
Pregunta para compartir:
¿Por qué las almas del purgatorio necesitan que ofrezcamos por ellas nuestra conversión y la santa comunión en una Eucaristía?
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
Los comentarios están cerrados.