Apologética en la Liturgia de la Palabra
Martes, XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C
Lecturas del día: Mi 7, 14-15. 18-20; Sal 84, 2–8; Mt 12, 46–50
Comentario:
La primera lectura, tomada del libro de Miqueas, dice:
“Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solitario en la selva, en medio de un campo feroz. Que pazcan en Basán y Galaad como en los días de antaño” (Mi 7, 14). Su clamor es, hoy, una súplica a Dios invocando su auxilio, para que envíe pastores que congreguen nuevamente, en un solo rebaño, a los cristianos que andan separados de su Iglesia madre, errantes, enfrentados y extraviados en otros credos y religiones; para que vuelvan a su Rebaño y sean uno (cf. Jn 17, 21), bajo el cuidado y pastoreo del único Vicario de Cristo en la tierra, el Papa (cf. Mt 16, 17-19).
El Salmo evoca la alegría de los israelitas que fueron liberados de la esclavitud bajo el yugo del imperio asirio y regresaron a su patria: “Propicio has sido, Yahveh, con tu tierra, has hecho volver a los cautivos de Jacob” (Sal 84, 2). Pero, también es, un preludio del retorno a casa de muchos hijos de la Nueva Jerusalén que andan, en estos tiempos, cautivos entre el miedo, la seducción y el engaño de miles de Sectas que tienen erosionado y lastimado el cuerpo de Cristo: la Iglesia (cf. Ef 1, 22-23; 1Cor 12, 27).
El santo Evangelio nos pone de frente con uno de los textos bíblicos más predilectos por las sectas para hacer tambalear los católicos menos instruidos en la fe y hacerlos, luego, cautivos en sus falsas doctrinas: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte» (Mt 12, 47).
Les dejo, a continuación, un valiosísimo escrito por San Jerónimo en el siglo cuarto para rebatir las herejías de Elvidio, que los católicos podemos usar para proteger nuestra fe y sacar de la ignorancia a quienes atacan la fe católica. Les mostraré sólo una breve parte, por lo que recomiendo al lector visitar la fuente que está al pie de esta publicación, para que lean el texto completo:
“¿Cómo, dice él, se llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no eran hermanos suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos se toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como Esaú y Jacob (Gn 25); por nacionalidad, así todos los judíos se llaman entre sí hermanos, como en Dt 17, 15; «No podrás constituir como rey sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano». Además, se llaman hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: «Y dijo Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos» (Gn 13, 8). Los hermanos de cariño lo son, o de una manera general, o de una manera individual. Así se llaman de una manera más especial hermanos todos los cristianos, como dice el Salvador: «Ve y di a mis hermanos» (Jn 20, 17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un solo padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es lo que se lee en Isaías: «Decid a los que os aborrecieron: Vosotros sois nuestros hermanos» (Is 66, 5). (1)
Para compartir:
1.- ¿Qué aportes para el crecimiento de nuestra fe te han llamado más la atención en esta publicación?
2.- ¿Cuál es el sentido correspondiente a la palabra “hermanos” que aparece en el Evangelio de hoy?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
(1) Documento en Línea: Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos; San Jerónimo, 46. deiverbum.org/mt-12_46-50/