XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
*Lecturas del día:* 1Mac 1,10-15.41-43.54-57.62.64; Sal 118,53.61.134.150.155.158; Lc 18, 35-43.
*Comentario:*
Si bien es necesario defender las imágenes cristianas que la Iglesia Católica tiene y debemos hacer ver el error en el que están aquellos que las tildan de demonios, de ídolos, de simples muñecos que no hacen nada; también es necesario reconocer que algunos hermanos lo hacen por desconocimiento o mal entendida la fe verdadera, y aprueban muchas otras conductas de traición a la fe, sin darse cuenta, hacen cosas contrarias a la voluntad de Dios.
Digo esto, partiendo de la traición a la Fe y al Dios verdadero en la que incurrieron los israelitas en tiempos del reinado de Antíoco Epífanes, emperador de Grecia. De ello nos hace un detallado relato la primera lectura de la Liturgia de la Palabra de hoy.
Un grupo de israelitas fueron y pactaron con los griegos, abrazaron la religión del emperador Antíoco, fingían y rompían el cumplimiento de las leyes de la Alianza, y se entregaron a dar culto a las esculturas idolátricas del emperador. A ésa infidelidad y apostasía se le unieron muchos otros del pueblo de Israel.
Algo semejante presenciamos en nuestros tiempos, cada vez que vemos católicos, y también protestantes, participando o apoyando actividades como las celebraciones paganas en el día de Halloween, del tal «espíritu de la Navidad,» en el reiki, el feng shui, el culto a la muerte, la astrología, el zen, el yoga, la vibración, la polaridad, espiritismo, ocultismo, la idolatría al dinero, al poder, entre otras.
¿Por qué lo hacen? Por que han dejado secar o resquebrajar su fe. En lugar de adentrarse en la Palabra de Dios y en los Sacramentos, prefirieron la superficialidad en la vida, el materialismo, el endiosamiento de sí mismos.
El Evangelio de hoy, con el ejemplo del ciego de Jericó, nos muestra la cara contraria: los humildes que claman a Dios, se reconocen obra de sus manos, y ponen en Él toda su confianza. Los que como el ciego Bartimeo oran con corazón contrito diciendo: _»Jesús, Hijo de David. Ten compasión de mí»_ *(Lc 18, 38)* Él, invidente, dijo: _«¡Señor, que vea!»_ *(v. 41)* Dios nos ayude a ser humildes como Bartimeo, y reconocer nuestras cegueras espirituales, para que nos apliquemos con amor y profundidad a buscar y vivir en Cristo la verdad, y nos sanemos de la frialdad de la indiferencia y la mediocre forma de vivir entregados a la idolatría por los bienes materiales y los placeres de este mundo.
*Para compartir:*
1_ _¿Haz practicado alguna de esas formas de idolatría difundidas hoy por el paganismo?_
2_ _¿Qué distancia hay entre pérdida del Temor de Dios y la Idolatría?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc