IX Domingo del T. Ordinario
Solemnidad de Corpus Christi.
Comentario:
Hoy celebramos la fiesta del Corpus Christi. Y por supuesto que la liturgia está inmensamente rica para argumentar que, definitivamente, en la santa misa comulgamos con Cristo. Así que, al contrario de lo que afirman los protestantes, la hostia sí es el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo y el vino su sangre.
Ahora bien en la primera lectura se habla del sacrificio de comunión con el Señor: “Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»” (Ex 24,8).
Es importante destacar que antiguamente la sangre era vista como el líquido que hace vivir. Algo sagrado que está en nosotros.
Así que un sacrificio marcaba una ocasión especial y pensaban que a los dioses, había que ofrecerles lo mejor. También se dice que en ocasiones, no se quemaba todo el animal en forma de holocausto sino que se ofrecía una parte (la sangre) a Dios; y la otra parte lo consumían los oferentes en una barbacoa. Todo esto creaba lazos de comunión con la divinidad y con todos los que compartían la carne asada al fuego.
También el salmo 115 refiere del sacrificio de alabanza, invocando su nombre y precisamente es lo que Pablo corrobora en la segunda lectura, nos invita a imitar a Jesús en esa entrega a Dios; Él se ofrendó para santificarnos y salvarnos. Para ser mediador de la nueva alianza y así poder recibir la promesa de la herencia eterna. (Heb 9,11-15).
Y finalmente, en el evangelio, Marcos nos lleva al momento de la última cena, es allí donde afirma que el pan y el vino se transforman en su cuerpo y su sangre. (Mc 14,26) Asume aquí la condición de Cordero que se entrega para dar vida, y “vida en abundancia”.
(Jn 10,10).
Sin embargo hay una condición para que esto sea así y Juan lo explica, detalladamente, en su evangelio en el capítulo 6:
«Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes» (Jn 6, 53) Y esta palabra que usa “comer” (trogein) significa “masticar, roer”, es para afianzar que no está hablando en parábolas; y por esto, muchos al oírle, lo abandonaron, y entonces pregunta a sus discípulos: “¿También ustedes quieren dejarme?”
Y Pedro responde: ”Señor, ¿A dónde vamos a ir? Si Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6, 67-68)
Por eso Jesús nos acompaña en los sagrarios y en la misa desde hace más de dos mil años en forma de pan y de vino. Es lo que en nuestra Iglesia se conoce como transubstanciación. En la Sagrada Comunión, nos unimos profundamente con Nuestro Señor Jesucristo.
Él quiere que entendamos que lo que el pan es para el cuerpo, eso es Él para el alma de quien lo recibe con las debidas disposiciones.
Para compartir:
1.- ¿Cómo vives el misterio del Corpus Christi?.
2.- ¿Comparte con tus amistades: crees que Jesús se hace presente en la Sagrada Eucaristía.
Elaborada por:
Adelina Ruiz Mfc