Persevera en el bien:
Perdón por el trabalenguas que viene. Léelo con total atención y será tuyo para más de una ocasión:
Que aquellos que puedan decir SÍ al bien que haces, no se pierdan del don que ofreces, por darle, toda tu atención, a aquellos que te puedan decir NO.
Y los que digan NO al hermoso don que ofreces, no castiguen privando de ese don a los que te puedan decir SÍ. ¡Confía en Dios y persevera!
Hazlo así, siempre y cuando, luego de evaluar los objetivos y las maneras de hacer las cosas, confirmes que vas en el camino correcto.
Acorta las distancias:
La apatía es una de esas distancias o territorios existenciales que se deben recorrer entre una persona y otra(s) para ofrecerle(s) un don.
El Papa Francisco, iniciando su pontificado (2013), llamaba a la reflexión a aquellos que les gusta ir de misiones bien lejos de donde viven, pero a quienes viven cerca no se acercan para hablarles de Cristo: familia, amigos, vecinos, compañeros de estudio, de trabajo. Decía que las verdaderas distancias que debe recorrer un misionero son distancias existenciales, son fronteras internas, son muros invisibles, pero que se sienten mucho; que están allí aislándonos en ambientes donde las personas viven, incluso, apretujadas, en hacinamiento.
Poco después, con la excelentísima exhortación apostólica «Evangelii Gaudium», el Papa Francisco, presentó la clave para entender y superar la apatía y muchas otras resistencias de la gente a participar.
Para compartir:
1.- ¿Por qué la apatía perjudica tanto la convivencia entre los seres humanos?
2.- ¿Dónde debemos comenzar la lucha contra la apatía? ¿En los demás o en uno mismo?
Autor:
Pbro. Héctor Pernía, mfc