Del Río Jordán al Bautismo en la Cruz
Si nuestro bautismo fuese el que administraba Juan en el río Jordán, a todos los cristianos se nos debió haber bautizado “EN EL NOMBRE DE JUAN”. Entonces cada cristiano sería un discípulo más de Juan, creyendo que él es el Mesías esperado, viviendo y enseñando su doctrina como necesaria para salvarse, sin necesidad de esperar otro aparte o distinto a él.
No somos discípulos de Juan el Bautista
Quedarnos siempre hablando del bautismo de Jesús en el río Jordán, sin enfocar la mirada, la atención y el corazón en el bautismo de Cristo en la Cruz, es tropezar gravemente ignorando de quién somos discípulos los cristianos. Es devolverse del bautismo de Cristo para ir a buscar a Juan en el río Jordán. ¡Qué grave!
Los cristianos no somos discípulos de Juan. No vamos, ni debemos ir al río Jordán a buscar el bautismo. Ciertamente, Jesús fue allí a bautizarse, pero no para prescribir para los cristianos ese bautismo, sino para confirmar la predicación de conversión que Juan hacía, para que Juan lo presentara públicamente como el verdadero y único Mesías, y para la manifestación pública de la Santísima Trinidad. Además, allí en el río Jordán, con hacerse bautizar humildemente por Juan como si fuera un pecador, siendo que jamás tuvo contacto alguno con el pecado, Jesús predijo y anunció su propio bautismo sumergiéndose en el altar de la cruz, tal cual Cordero inmolado, para pagar por nuestras rebeliones y pecados, cargando sobre sí el precio de todas nuestras culpas: la muerte.
Nuestro bautismo cristiano es, dejar atrás al río Jordán y a Juan, y acudir al llamado de Cristo a sumergirnos con Él y como Él en una muerte de Cruz, para darle muerte para siempre al pecado, no en el cuerpo de los demás, sino en nuestras propias vidas. Eso es lo que en esencia y fundamentalmente significa BAUTIZARSE EN EL NOMBRE DE CRISTO. No es, de ningún modo, una FÓRMULA de palabras a repetir para poder ser bautizado,tal como lo entiende la secta “pentecostal unida”.
Es, más bien, el tránsito de conversión de vida, del Pecado a la Gracia, que cotidianamente todos los cristianos deben renovar y vivir para permanecer en Cristo y alcanzar la Vida eterna.
Morir bautizados en el Nombre de Cristo
Esa es nuestra principal prueba y examen en la vida terrenal: morir como Cristo murió, para resucitar como Él resucitó, para la eternidad en Dios.
Y, ¿cómo murió Cristo? En la cruz exclamó: ”¡TODO ESTÁ CUMPLIDO!, e inclinando la cabeza expiró». Declaró que había cumplido fielmente su bautismo, según lo había anunciado en Mc 10, 35-40 y en Lc 12, 50. Es decir, obedeció fielmente, hasta el final, al Padre, sacrificando su vida para que todos vivamos.
Así debe cada cristiano concluir su paso por este mundo, diciendo también, antes de expirar: ”¡TODO ESTÁ CUMPLIDO!, o también, “¡PADRE, HE CUMPLIDO MI BAUTISMO!” “HE HECHO SIEMPRE TU VOLUNTAD!”.
Para compartir:
1-. ¿Qué comprensión sobre el bautismo cristiano te ha dejado esta enseñanza?
2-. ¿Qué cuidados se deben tener siempre que se predique o se dé una enseñanza acerca del bautismo de Cristo en el río Jordán?
Autor:
P. Héctor Pernía, mfc