*Lecturas del día:* Is 42, 1-4. 6-7; Sal 28; Hch 10, 34-38; Mc 1, 6b-11.
*Comentario:*
Entre los hermanos no católicos hay quienes usan el evangelio de hoy para sustentar una enseñanza equivocada que proviene de los “anabaptistas” del siglo XVI: El Bautismo exclusivo de adultos. Si bien, los protestantes históricos (como los Luteranos, Anglicanos, Presbiterianos y Metodistas) no la sostienen (ellos sí bautizan niños), los que surgieron desde el siglo XIX sólo bautizan adultos.
Aquellos que la defienden, dicen que siguiendo el ejemplo de Jesús en Mc 1, 7-11 (quien se bautizó siendo adulto) los cristianos sólo deben bautizarse cuando ya tienen “uso de razón”; es decir, durante la edad adulta. El error aquí consiste en confundir el bautismo de Jesús con el bautismo de los cristianos. El de Jesús, fue el bautismo que hacía Juan “(…) de conversión para el perdón de los pecados” (Lc 3, 3), no porque Cristo tuviese pecado (2 Co 5, 21) sino porque –para identificarse con nosotros- se dejó “(…) contar entre los pecadores” *(1)*. A su vez, el de los cristianos, es un bautismo en el cual nos identificamos con Cristo *(Rm 6, 4)* y nos revestimos de Él (Ga 3, 27). Nosotros NO nos “identificamos con los pecadores”, pues nosotros somos pecadores (Rm 3, 10.23; 5, 12.19); tampoco recibimos el “bautismo de Juan” (Hch 18, 24-26; 19, 4-5), sino el ordenado por Cristo (Mt 28, 19). Por lo tanto, se trata de dos bautismos diferentes que no debemos confundir.
Al confundir esos dos “bautismos” tales hermanos cometen un error más grave: negar el valor sacramental del bautismo. Al creer que se trata sólo de un “símbolo”, una “demostración” de obediencia, un “acto” que simboliza la conversión, no están reconociendo los efectos del bautismo cristiano en nosotros. Por el bautismo somos limpios del pecado original *(cf. Mc 16, 16; Hch 2, 38; Rm 6, 4-11)_, de allí que sea necesario para nuestra salvación *(2)*. Así, de la misma manera como entre los Judíos, desde los tiempos de Abraham, al niño se le circuncida (quedando así marcado para Dios) a los 8 días de haber nacido *(Gn 17, 10-12)*, es correcto que los cristianos reconozcamos que nuestros hijos nacen “(…) con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original” –necesitando desde la más tierna edad- “(…) el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertas de los hijos de Dios” *(3)*.
*Fuente:*
(1) Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 536.
(2) Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1257.
(3) Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1250.
*Para compartir:*
1.- _¿Cómo explicarías que Cristo se identificó con los pecadores en su bautismo siendo adulto, pero que nosotros sí podemos identificarnos con Él aun siendo niños?_
2.- _¿Por qué no debemos negar ni posponer para nuestros hijos la oportunidad de recibir el perdón del pecado original?_
*Elaborado por:*
Nelson Ledezma, mfc