*Lecturas del día:* Hch 20, 17–27; Sal 68, 10–11, 20–21; Jn 17, 1–11.
*Comentario:*
Dijo Pablo a los obispos de la Iglesia en Éfeso, antes de partir de Mileto a Jerusalén: _“Ahora voy a Jerusalén, atado por el Espíritu, sin saber lo que allí me sucederá; solamente que en cada ciudad el Espíritu Santo me advierte que me esperan prisiones y pruebas. Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios.”_ *(Hch 20, 22-24)*
¡Qué particular esta despedida de un misionero, de un apóstol, de un ministro de Cristo, para ir a servirle a nuestro Señor! En broma, cuando algún hermano sacerdote parte para una misión en algún lugar lejano, es frecuente que alguien, echándole broma, le diga: _“¿No necesitas alguien que le acompañe llevándole el maletín?_
¿A qué vienen estos comentarios? Es que mientras meditaba en mi corazón esas palabras de San Pablo, me chocaban fuertemente, como opuestas en sentido, imágenes y consignas de varios grupos protestantes muy de moda en estos tiempos que reducen el seguimiento a Cristo y sus reuniones, de lo que ellos llaman “culto”, a rendir alabanzas al dinero, a la prosperidad económica, a la ambición terrenal, al confort. La imagen que más rebotaba en mi mente es la de un pastor protestante que ante un enorme auditorio repleto de unas dos mil personas, gritaba con voz muy fuerte: _¡DINERO, VEN A MÍ!_ Y toda la gente estallaba gritando a una sola voz estremecedora, repitiendo tal cual como el pastor, ¡DINERO, VEN A MÍ!. Cada vez que repetían el grito de esa consigna estiraban sus brazos al frente con sus manos abiertas, y luego cerrando sus puños, recogían sus brazos en el pecho. Esto lo repetían muchas veces. En otros momentos de la reunión, el pastor ordenó a todos forrar de billetes las gradas y la parte superior del escenario, y luego él bailaba y saltaba sobre el dinero.
Al contemplar esas escenas en ese lugar que se hace llamar cristiano y evangélico, me preguntaba, si Pablo hubiese dicho esas exactas palabras que menciona hoy en la lectura bíblica a esos hermanos, cuántos de sus dirigentes y seguidores estarían dispuestos a decirle a Pablo _“¡Déjanos ir contigo, que también queremos dar testimonio de Cristo, no importando nada de lo que nos pase!”_
¡Qué caminos tan diferentes al evangelio tomaron estos hermanos!, y es tan sorprendente que no se den cuenta de ello. O es, tal vez, que sí se dan cuenta, pero le hacen caso omiso.
*Para compartir:*
1.- _¿Qué oposición hay entre el evangelio y las sectas que se hacen llamar cristianas y hacen del dinero su principal motivo de funcionamiento?_
2.- _¿Qué implicaciones, respecto a la avaricia y a los bienes materiales, tiene el seguimiento a Cristo?_
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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