Los pecados no son como una piedra, que al lanzarla, su alcance llega hasta el punto donde cayó y punto; a menos que haya ocasionado algún daño a algún bien personal o social. La acedia tiene un efecto muy contagioso, es capaz de corroer y acabar con la unidad y la fortaleza de toda labor comunitaria, y desencadenar estos otros pecados, en sí mismos y en los demás:
Pecados que derivan de la acedia:
S. Tomás (Sum. Th. 2-2 q35 a4 ad2), siguiendo a S. Gregorio Magno, enumera así los principales pecados que se derivan de la acedia:
a) Desesperación: es ley de vida que el hombre huya de aquello que le entristece, y el que huye de los bienes espirituales pierde la esperanza de alcanzar su último fin.
b) Pusilanimidad: ante las dificultades que se vislumbran en una empresa, el ánimo se apoca, y no se buscan los medios oportunos -que siempre requieren esfuerzo- para salir de esa situación.
c) Indolencia ante el deber: por cuanto no se está dispuesto a abandonar la postura cómoda y la línea de mínimo esfuerzo.
d) Espíritu crítico: contra los bienes espirituales y las personas que nos empujan hacia ellos; es la malicia y el enfado propios de quien, no queriendo cambiar su mala conducta, se refugia en decir que son los otros los equivocados.
e) Rienda suelta a la imaginación: el perezoso, al no ser capaz de realizaciones concretas, deja que su imaginación construya castillos en el aire, en los que él es protagonista de grandes hazañas; además de ser una pérdida de tiempo, esas falsas imaginaciones con frecuencia acaban siendo ocasión de pecado.
Para compartir:
1.- ¿Qué efectos espirituales y comunitarios ocasiona la acedia?
2.- ¿Por qué es tan destructiva y peligrosa esa enfermedad en el alma?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
Los temas a presentar en la secuencia de orientaciones sobre la Acedia en orientación hacia la asocialidad son tomados de la Guía de Auxilio Espiritual, escrita por el mismo elaborador de esta publicación.