Pbro. Héctor Pernía, mfc
Ser obedientes a Dios.
(97) Atender con humildad y diligencia lo que Dios nos ordenó a todos los cristianos por medio de su apóstol Pedro: “ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres, movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios” (2Pe 1,20-21).
Dios cuida y protege a sus hijos advirtiéndonos preventivamente ante los riesgos y peligros que le pueden venir al tomar el arriesgado sendero de ir a interpretar la Biblia de manera aislada; y es que en la misma Biblia lo dice: “… en ella, hay muchos pasajes difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente – como también las demás Escrituras – para su propia perdición. Vosotros, pues, queridos, estando ya advertidos, vivid alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos disolutos, os veáis derribados de vuestra firme postura…” (2Pe 3,16-17). Por ejemplo: el etíope se sentía perdido y desorientado interpretando él sólo, un texto del profeta Isaías; hasta que al fin lo auxilió el diácono evangelista Felipe y le aclaró la mente (cf. Hch 8,26-40).
Dice el padre Luis Toro en una de sus publicaciones de apologética: “No se puede interpretar la Biblia como uno quiera, porque se corre el riesgo de enseñar doctrinas contrarias falsas y de crear división. Incluso de ese error existen hoy miles de supuestas ‘iglesias cristianas’ cada una con distintas enseñanzas, algunas contradictorias entre sí y llamándose a sí mismas ‘la Iglesia de Cristo’ y argumentando estar inspirada por el Espíritu Santo, cosa que es falsa”.
Léala con la Iglesia que la escribió.
(98) Reflexionemos un momento: ¿Quién interpretaría de modo más perfecto un libro: la persona que lo escribió o quienes lo adquieren luego para leerlo? Por supuesto que la persona que lo escribió. Igual sucede con la Biblia: ¿quién puede interpretarla de manera correcta y sin desviaciones? ¿la Iglesia que la escribió o aquellas denominaciones y personas separadas de esta Iglesia que la usan y leen? Por supuesto que la Iglesia que la escribió.
Para interpretar correctamente la Biblia es necesario hacerlo dentro de la Iglesia que goza de la asistencia del Espíritu Santo que recibió de Jesucristo (cf. Jn 20,22; Hch 2,1-4). Lanzarse a la aventura de hacerlo individualmente, de espaldas, o fuera de esta Iglesia, es lanzarse al peligroso abismo de hacerlo fuera de la luz del Espíritu Santo; lo que le conducirá fácilmente a caer en manos del diablo y de continuos engaños leyendo todo con lentes de tinieblas y de error en los ojos; es actuar al margen del mismo Jesucristo que nos mandó estar unidos siempre a la Iglesia ‘columna y fundamento de la verdad’ (1Tim 3,15), la que es ‘guiada por el Espíritu Santo hasta la verdad completa’ (Jn 16,13).
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