Pbro. Héctor Pernía, mfc
Si los yorubas conocieran a Cristo.
(462) Dicen que a los yorubas les negaron su religión. ¿No deberíamos decir más bien que a los yorubas les negaron el poder conocer a Jesucristo? Ese fue el principal derecho que le fue negado a los yorubas que llegaron a América en tiempos de la Colonia; y tampoco, a los hermanos que están inmersos hoy en esa religión se les debe privar que puedan realmente encontrarse con Jesucristo vivo. En muchos países muchos miembros de esa religión, apenas vivieron su encuentro con Cristo, abandonaron la idolatría de su religión y lo abrazaron para siempre. Hoy son plenamente libres.
Como dijo el apóstol Pedro: “A quién más vamos a ir Señor, si sólo tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Hoy son millares los africanos que a Cristo y a su Iglesia Católica se están convirtiendo. También son muchísimos los musulmanes que en varios países, a causa de la brutal represión hacia los cristianos por los ISIS (Estado Islámico), y sobre todo, por haber conocido realmente a Cristo, abrazan la fe cristiana. ¿Qué hubieran hecho aquellos que vinieron de África a América en tiempos de la Colonia si hubieran conocido a Cristo? ¿Habrían recibido a Cristo o se hubiesen quedado con el culto a sus dioses sabiendo que aquello era idolatría, y que practicaban todas aquellas costumbres tan sólo porque a Cristo lo desconocían?
Cristo quiere la salvación para los yorubas.
(463) Envió a sus Apóstoles a llevar su evangelio a todas las naciones, a todos los pueblos; y también, entre ellos, al pueblo yoruba y a los miembros de esa religión, de ayer y de hoy. Equivocadamente han creído que para ser católicos o para estar con Cristo, basta solamente con asistir a ritos y funciones católicas, mientras que sus corazones permanecen en un divorcio y un irrespeto total con la fe cristiana.
Tales hermanos deben mirarse en el espejo del apóstol Pablo. Así como ellos se aferran a su religión yoruba, Pablo vivía al extremo aferrado al judaísmo y a su pasado; y al encontrar a Cristo su vida entera dio un vuelco total. Todo cambió para él, al punto de proclamar: “Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Flp 3,7-8).
El otro lado de la moneda.
(464) Quienes señalan tanto el error de muchos colonizadores de querer obligar a los esclavos a ser católicos, ¿no deberían, acaso, hacer lo que los colonizadores no hicieron y dedicarse a predicar el auténtico evangelio de Jesucristo, y con amor y paciencia evangelizar para que todos los hermanos provenientes de África a Cristo lo conozcan y lo reciban en sus vidas?
En lugar de hacerle publicidad a los errores que deben ser corregidos de esa religión, deberían con más fuerza aún, darles a conocer a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¿Por qué no lo hacen? La respuesta podríamos sacarla por aquí: son ellos los primeros que a Cristo ignoran y desconocen.
Errores que confirman la necesidad de que los Yorubas conozcan a Cristo y a su Iglesia.
(465) No se puede tapar con un dedo que Satanás hizo de las suyas en la colonización, haciendo de la equivocada manera de introducir la fe cristiana de muchos conquistadores, un paño de ceguera para ocultar ante la vista y la mente de los afro descendientes los preciosos tesoros de JESUCRISTO SALVADOR.
Lo más probable es que los descendientes yorubas venidos a América habrían abrazado a Jesucristo y a la fe católica si la hubieran conocido tal cual es; cosa que sí sucedió con muchos pueblos indígenas que recibieron dicha predicación con espíritu evangélico. Muestra de ello es lo sucedido con el indio Coromoto en Venezuela, o con el indio Juan Diego en México. Este último llegó a ser, incluso, evangelizador de un obispo de origen europeo.
El más importante de todos los derechos humanos es conocer a Cristo.
(466) Es loable el amor y la entrega que muchas personas profesan por los derechos de los pueblos afro americanos; pero, al mismo tiempo, sorprende que tal amor desaparece cuando se trata de la fe cristiana. ¡Cristo es libertad; no esclavitud!
Es sistemático el boicot, el bloqueo, la descalificación, el libreto de desprecios que una y otra vez vierten hacia todo lo que les suene a enseñar al pueblo la fe cristiana. ¿Acaso Cristo no es un derecho para cualquier persona? ¡Qué contradicción! Muchos que pregonan amar a los pueblos afroamericanos, al mismo tiempo evitan que a los pueblos les hablen y les den a conocer a Jesucristo. ¿No actúan así los amos con sus esclavos o los dictadores con sus pueblos dominados?
Algunos dicen que todas las religiones salvan y no importa en cual estemos.
(467) (Ver: GB, Cap. 13) Dice así en la Biblia: “Todo es lícito, más no todo es conveniente. Todo es lícito, más no todo edifica” (1Cor 10,23). Mundo al revés. ¿Es que acaso nosotros los humanos ahora sabemos más que Dios qué es lo bueno y qué es lo malo, qué es lo que salva y qué es lo que no salva? Por esa misma tentación hizo caer el demonio a los primeros padres (cf. Gn 3,1-5) y perdieron en sus vidas la felicidad, perdieron el Paraíso. Dejemos a Dios ser Dios y nosotros seamos lo que somos: sus criaturas.
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