Andy Rodríguez, mfc; Sandra Rodriguez, mfc
Un asunto de suma prudencia.
(417) Las personas ante sus sueños tienden a preocuparse y a concederles más importancia de lo debido; y es que todos debemos tener claro que es uno de los terrenos donde estamos más propensos y expuestos a la manipulación, al error y a exagerar en las interpretaciones.
Muchos aprenden a utilizar este recurso como buen producto para llamar la atención, ganar importancia, o para atraer incautos y sacar dinero fácil.
Otra de las creencias que se han difundido y arraigado en las costumbres del hombre y la mujer de hoy es la interpretación de los sueños, siguiendo una gran cantidad de símbolos, imágenes, números, escenas prefiguradas y tabuladas en libros, folletos y revistas. Por ejemplo, si se sueña con un muerto es el número cuarenta y ocho, si sueñas con dulces y carnes te vas a enfermar, etc.
La Sagrada Escritura y la interpretación de los sueños.
(418) En el Antiguo Testamento Dios transmitía sus mensajes a través del poder del Espíritu Santo a sus siervos escogidos a través de visiones y sueños. Estos mensajes también fueron dados a los apóstoles y profetas (cf. Am 3,7; Ef 3,5).
“Y Él les dijo: Escuchen ahora mis palabras: Cuando haya entre vosotros profeta de Yahvé, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él” (Nm 12,6);
“Y se le apareció Yahvé a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé” (1Re 3,5);
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mt 1,20);
“Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende por sueño, en visión nocturna. Cuando el sueño cae sobre los hombres…” (Job 33,14-15).
En Jue 7,13–15 leemos que el sueño dado por Dios llegó hasta los enemigos de Israel y ellos mismos interpretaron dicho sueño.
Los casos más conocidos de interpretación de los sueños en la Biblia son los de José, en Egipto (cf. Gn 41), interpretando los sueños del Faraón y Daniel el profeta interpretando el Sueño de Nabucodonosor (cf. Dn 2).
No toda visión, o todo ‘sueño’, puede atribuírsele a Dios.
(419) También los espíritus del maligno pueden acechar cuando la conciencia duerme y nuestra mente se vuelve más vulnerable. Es un grave error defender como buenos y concederle crédito a cuanto sueño. ¿Acaso no es fácil, también, para los hábiles en engañar ingenuos e incautos, pintar como supuestos sueños, sus improvisadas ocurrencias? Tales modos son propios de quienes actúan utilizados por el diablo. Por ello, el apóstol Pablo nos advierte y recomienda:
“Queridos míos, no se fíen de cualquier inspiración. Examinen los espíritus para ver si vienen de Dios, porque andan por el mundo muchos falsos profetas” (1Jn 4,1).
Pero, también nos dice el libro de Ecl 5,7: “Porque en los muchos sueños y en las muchas palabras hay vanidades; tú, sin embargo, teme a Dios”.
En esta misma dirección, en Eclo 34,1-8 leemos: “Vanas y engañosas son las esperanzas del insensato, y los sueños dan alas a los necios. Tratar de asir una sombra o correr detrás del viento es dar crédito a los sueños”.
Y esto que dice en Zac 10,2: “los adivinos ven mentira, predicen sueños ilusorios, con vanidades quieren consolar; por eso emigran como ovejas, abatidos por falta de pastor”.
¿Y cómo sé que una revelación viene de Dios? Examinen qué espíritu les mueve, y por sus frutos los conocerás. ¿Lleva vida de comunión con Dios? ¿Da testimonio de comunión con la Iglesia, y vive con autenticidad los Sacramentos? ¿Vive alejada de todo lo que sea superstición, hechicería, licor, adulterio, y cismáticos?
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