de Cristo
Liturgia<📖> Apologética
De la Liturgia de la Palabra.
XXVI Sem. T. O. (B)
Fecha: Domingo 30 Septiembre de 2018
Comentario: El Evangelio de hoy enseña que hay algo que “no tiene precio”: ser una persona responsable y comprometida, sobre todo con tu fe en la que te bautizaste. Es más, muchos pueden sentirse llamados a hablar y pretender hacer cosas en nombre de Jesucristo, tal vez como un derecho, una reflexión o una opinión. La Misericordia divina no tiene límites y Jesús dice: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí» (Mc 9, 39). Pero acentúa: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro.” (Mc 9, 40) Erráticamente muchos católicos toman dicho texto para aprobar lo que dicen y lo que hacen los grupos protestantes, porque lo leen a la ligera y no observan bien lo que Cristo está diciendo. Igual hacen con este otro pasaje: “Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para echar fuera demonios, y le dijimos que no lo hiciera, pues no te sigue junto a nosotros. Pero Jesús le dijo: «NO SE LO IMPIDAN, PUES EL QUE NO ESTÁ CONTRA USTEDES ESTÁ CON USTEDES» (Lc 9,49-50).
De ninguna manera refieren a los grupos protestantes. Jesucristo dijo: “El que no está CONTRA MÍ, está conmigo”; Él utiliza el plural “NOSOTROS”; “USTEDES”; está hablando, en consecuencia, de SU CUERPO: LA IGLESIA. La comunión con Cristo pasa por la comunión con su Iglesia; o, al revés, sin la comunión con su Iglesia no hay comunión con Cristo. ¿Cómo pueden algunos hermanos decir que recibieron a Cristo cuando tan ferozmente blasfeman y calumnian contra el Cuerpo de Cristo, la Iglesia que fundó?»
«¿A quién refieren entonces? A la comunión en la diversidad que habita en la Iglesia de Cristo. La Iglesia es un jardín con flores de diversas especies, tamaños, formas y colores; pero todas son, al fin, flores que embellecen un mismo jardín en torno a un mismo suelo que las une: Pedro y los demás apóstoles en sus sucesores (cf. Ef 2,20), y un sólo Señor y dueño de todo el Jardín: Jesucristo. Estamos hablando de congregaciones, institutos, carismas, movimientos y fuerzas que el Espíritu Santo suscita y que hacen vida en la misma Iglesia, sin que vayan juntas a todos lados a hacer su trabajo para Cristo: Jesuitas, Franciscanos, Salesianos, Dominicos, Opus Dei, Cursillos de Cristiandad, Legión de María, Renovación Carismática, Neo catecúmenos, etc.» (*)
El cristiano es un testigo y evangelizador oportuno y asertivo en su actuación. En otras palabras, es vigilante, observador, delibera sobre la realidad y es oportuno para compartir los problemas y las preguntas del mundo circundante, sin ajustarlo a las individualidades y egoísmos de los hombres. Se expresa como apologeta, cuando defiende la fe cristiana de reduccionismos y falsas argumentaciones. Por ello, sólo si él oye el mensaje junto con las objeciones, las dificultades y los problemas de su situación social e histórica (postura holística, incluido a él-mismo), es verdadero «oyente de la palabra» en un sentido teológico. Como católicos, se debe creer y defender la Palabra de Dios como condición sin la cual, no es comprometida sino laxa o ajustable a las conveniencias.
Todos estamos llamados a anunciar la palabra de Dios. Ya desde el Antiguo Testamento, Moisés decía: «¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!» (Nm 11,29). Muchos son los que hablan de Jesucristo y se creen animados por el Espíritu. El profeta es una persona especial que conoce la Palabra y vive su doctrina, un testigo fiel de la fe que valora los datos de la exégesis que orientan a una visión, no tanto procesual, sino de defensa y con una visión positiva, internalizada de presentación y testimonio. Por tanto, el Espíritu nos exhorta a saber dar razones que puedan provocar y convencer incluso a sus perseguidores para que vean el sentido profundo que tiene la fe para la vida, hasta el punto de que los transforme radicalmente y les haga aceptar las injusticias y los sufrimientos por amor. La apelación a nuestra esperanza y por tanto, a la fuerza que orienta a ver el futuro, confirma más aún la interpretación de “apología» como de una capacidad de presentar positivamente los contenidos de la fe.
Fuente: (*) P. Héctor Pernía, mfc. Guía Bíblica de Hospitalitos de la Fe, n. 133.
Preguntas para compartir:
1. ¿Eres un cristiano comprometido? ¿Conoces en que fuiste ungido al ser bautizado?
2. ¿Eres profeta de la Palabra? ¿Cómo anuncias el Evangelio?
Elaborada por:
D. Dr. Ludwig Schmidt H.
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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