Liturgia<📖> Apologética
De la Liturgia de la Palabra.
XXI Sem. T. Ordinario
Fecha: 05 de Septiembre de 2018
Comentario: El evangelio de hoy nos revela que Jesús después de participar en la celebración en la sinagoga el sábado, se dirige a la casa de Pedro y cura a su suegra. Tras la curación hace que ella se ponga inmediatamente de pie y se pone al servicio de las personas. Así, Jesús no solamente cura, sino que la misma es para que las personas se pongan al servicio de la vida.
En el Catecismo de la Iglesia católica, se lee: «El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros» (n. 1421). Los pentecostales comparten esta afirmación; conviene destacar que en el Catecismo se introduce así, el capítulo dedicado a «los sacramentos de curación», es decir, el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación, y el de la Unción de los enfermos. Para un católico es un acto legítimo pedir la curación.
De igual manera, la Iglesia en varios momentos y con ritos diversos, reza plegarias litúrgicas con esta intención. Además, son bien conocidos los santos taumaturgos y los lugares de oración, donde se dan innumerables testimonios de curaciones milagrosas. Por consiguiente, pedir la gracia de la curación no es ajeno a la praxis católica. Sin embargo, esto no debe llevar al cristiano, a olvidar que no hay mayor mal que el pecado y que nada tiene peores consecuencias para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero (cf. Catecismo, 1488). La recuperación de la salud es importante si ayuda a la salvación espiritual (cf. Mt 9,5-8). La curación es una gracia, pero la enfermedad no es necesariamente ausencia de ella: la unión del enfermo a la pasión de Cristo es fundamental para su bien y para el bien de la Iglesia (cf. Col 1,24).
Los hermanos separados entretejen diversas teologías de la curación, generalmente vinculadas a la expiación de Cristo. Ellos suelen estimular el ministerio de curación como elemento legítimo de su actuar religioso. Sin embargo, algunos líderes pentecostales alertan a los fieles y protestan contra ciertas prácticas ilegítimas que, ocultándose tras promesas de curación, miran a estos proyectos personales que están muy lejos del Evangelio y que vienen a ser obstáculos para un verdadero crecimiento en la fe. «La mayor amenaza para el movimiento pentecostal carismático en las últimos 4 décadas de este siglo será el éxito y la ruina de los «reinos personales», pues cuando se desplomen, como sucederá inevitablemente, se desplomará con ellos la fe de aquellos cuya mirada no esté puesta en Jesús»(*).
Con todo esto debemos preguntarnos ¿Estamos exento de enfermedades?, ¿Qué significan para nosotros?. Es importante que el cristiano entienda que las enfermedades o el sufrimiento no son un castigo para el hombre, ni tampoco representan espíritus del demonio, mucho menos que estamos exentos de padecerlos porque Cristo ´ya pagó por nuestros pecados`. Cristo vino a ser modelo de vida para el cristiano y a enaltecer y glorificar a Dios padre todopoderoso, entonces no tengamos miedo cuando Él nos invita: “toma tu cruz y sígueme” (Mt 16,24)
Preguntas para reflexionar
1. ¿Qué representan para ti las enfermedades y el sufrimiento?
2. Como cristiano o cristiana ¿Cómo vives o afrontas las vicisitudes?
(*) MacDonald, W (1982): The Cross versus Personal Kingdom, Pneuma 3/2, Fall. En Hollenweger, W. (1997): Pentecostalism: Originis and Developments Worldwide, Peabody, p. 230.
Elaborado por:
D. Dr. Ludwig Schmidt H
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