Pbro. Héctor Pernía, mfc
De ese modo se descristianiza al ser humano:
Algunos hermanos que se hacen llamar cristianos afirman que se comete pecado de idolatría si a un ser humano le dicen ‘señor’ o ‘señora’. Tal vez ignoran que el vocablo ‘señor’, que proviene del griego ‘adonai’, tenía dos modos de uso: se escribía con la primera vocal en mayúscula para referirlo a Dios (cf. Sal 109,21; 130,3; 141,8), y se escribía en minúscula cuando se refería a personas comunes y corrientes.
En estos pasajes se usa el término ‘señora’ para las mujeres con toda normalidad: Gn 16,4; 16,9; Is 24,2; 2Jn 1,5. Decir que la palabra ‘señor’ es solamente para Dios, y no para usarla con hombres, es algo anti bíblico y no es más sino una estrategia del maligno para tratar de alejar de la Iglesia Católica a la gente y, sobre todo, para impedir que las personas conozcan y gocen de un don que Dios le dio al hombre y no a él.
Decirle ‘señor’ o ‘señora’ a un hombre, o a una mujer, es reconocer la dignidad y autoridad que Dios le otorgó al ser humano sobre toda la creación (cf. Gn 1,26; Sal 8,5-9). Dios hizo al hombre partícipe de su divinidad haciéndole a su imagen y semejanza; de modo que no es tan sólo ‘varón’ y ‘varona’, sino también, ‘señor’ y ‘señora’, con minúscula, para diferenciarlo de ‘Señor’, con mayúscula, en los casos cuando se refiere a Dios.
Decirle apenas ‘varón’ es rebajar al ser humano en dignidad, es descristianizarlo; y decirle ‘señor’ es actuar acorde a las mismas Sagradas Escrituras, donde, en muchísimos pasajes, es usado ese título para las personas sin que por ello Dios se haya sentido ofendido: Isaac consagró a Jacob diciéndole: “… sé señor de tus hermanos…” (Gn 27,29). Otro ejemplo: “Así obedeció Sara a Abraham, llamándole señor” (1Pe 3,5-6). Así como estos hay muchísimos casos más: Gn 24, 18. 27. 42. 55-56. 65-67 y Mt 13,27. (Ver: GB, Nº 221-222).