Hospitalitos de la Fe

Católico, tu bautismo es verdadero

Pbro. Héctor Pernía, mfc

Tu bautismo es evangélico y cristiano. 

(134) Porque está en el Evangelio y porque te une e incorpora a Jesucristo: “vayan a todas las naciones y hagan a todos mis discípulos bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,18-20). Lo eres todo: evangélico, cristiano y católico desde el bautismo. Ahora di: ¡AMÉN! Y se fiel a ese amén en adelante.

¡Esa es tu identidad para siempre! No dejes que el diablo te haga dudar de ella e ir contra ella. El buscará hacerte apostatar de la fe de tus antepasados, heredada desde los Apóstoles a través de la Iglesia, para llevarte bajo engaño a falsos cristos.

No tropieces cambiando tu bautismo por otro.

(135) Rendiremos cuenta ante Dios de nuestra fidelidad a Él, y eso pasa por el Bautismo. Dice en la Palabra de Dios:

“(…) Les he escrito esto pensando en aquellos que tratan de desviarlos, pues en ustedes permanece la unción que recibieron de Jesucristo, y no necesitan que nadie venga a enseñarles. Él les ha dado la unción, y ella les enseña todo; ella es verdad y no mentira. Así, pues, quédense con lo que les ha enseñado. Y ahora, hijitos, permanezcan en él; haciéndolo, tendremos plena confianza cuando aparezca en su gloria, en vez de sentir vergüenza ante él cuando nos venga a pedir cuentas” (1Jn 2,18-28).

Con el bautismo le decimos sí a Cristo y tenemos al Padre; pero si renegamos del bautismo ya recibido estamos renegando del Hijo y ya no tendremos al Padre. Porque Cristo mismo dijo: “quien me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre” (Lc 12,9).

¡No hay varios bautismos; hay uno sólo y es para siempre! Así como hay un solo Dios, un solo Padre, y una sola fe; así, también, hay un solo bautismo (cf. Ef 4,5). No corras detrás de nuevas doctrinas y unciones.

Falsos pastores andan dispersando y dividiendo el rebaño de Cristo.

(136) Sobre ellos ya se nos advirtió en las Sagradas Escrituras: “Así como hubo falsos profetas en el pueblo de Israel, también entre ustedes habrá falsos maestros. Introducirán novedades dañinas, pero sin tardar se perderán por renegar del Maestro que los rescató. Muchos imitarán sus vicios, y por su culpa será desprestigiado el camino de la verdad. Los inspirará el amor al dinero, y se aprovecharán de ustedes con palabras engañosas. Pero su sentencia hace tiempo que está al acecho, y su destrucción es inminente.” (2Pe 2,1-2).

El pasaje bíblico dice: “… se perderán por renegar del maestro…” Recordando a aquellos que renegaron del bautismo que ya habían recibido y lo cambiaron por otro que un falso pastor les presentó luego de hacerles creer que el bautismo católico era falso e inválido. Por ese camino muchas almas han caído en el precipicio de la apostasía y necesitan de buenos samaritanos que las auxilien ayudándolas a reencontrarse con la unción de la cual se separaron pero que de sus almas nunca podrán borrar. Y es que la mayor parte de ellas no saben que esos falsos pastores las hicieron renegar de Cristo.

Bautizarse es una alianza con Cristo, y negar el bautizo es romper esa alianza.

(137) Un falso pastor jamás podrá garantizar a sus raptadas ovejas la verdadera Iglesia de Cristo.

Si en la Biblia se hablara de varios bautismos no habría inconveniente alguno en que un cristiano se mudara de un bautismo a otro nuevo; pero, como el bautismo es sólo uno (cf. Ef 4,5), romper el bautismo es al mismo tiempo, romper la alianza que nos unió a Cristo y caer en adulterio espiritual.

Llegará un día que ante Dios, muchos que dieron ese tropiezo e hicieron tropezar a otros, con mucho dolor espiritual dirán: ’Señor mío Jesucristo, yo no sabía que me estaban haciendo renegar de ti cuando me hicieron nuevamente bautizar fuera de la Iglesia Católica. Yo no sabía que esa realmente era tu Iglesia. Perdóname, ten piedad de mí que soy un pecador’.

Te invito a examinar 1Jn 2,18-25 las características del anticristo. Verás con sorpresa que refiere de una vez a quienes se apartaron de la unción bautismal y luego se dedicaron a hacer separar a otros.

Bautismo de niños, prefigurado en el Antiguo Testamento.

(138) El bautismo es para los cristianos advenimiento y realidad de lo que la circuncisión en el Antiguo Testamento preparaba como figura y sombra de los bienes por venir (cf. Col 2,11-12; 1Pe 3,21).

En la Antigua Alianza los israelitas sellaban desde muy temprana edad, a los ocho días de haber nacido, su pacto, su pertenencia y consagración a Dios (cf. Gn 17,12; 21,3-4). Adultos y niños, eran incorporados mediante un mismo rito, a una misma alianza. Así se hizo con Isaac (cf. Lv 12,3), con Pablo (cf. Flp 3,5), con todos los judíos; y aquel pacto era prefiguración del nuevo pacto, el cual se sella con el bautismo (cf. Jr 31,31-33).

Podemos así ver que el bautismo de los niños está en línea y coherencia perfecta con la voluntad de Dios revelada en la Biblia; está lleno de luz, y brilla, en él, todo el esplendor del plan de Dios trazado desde antiguo y llevado a plenitud por Jesucristo.

Bases bíblicas del bautismo de niños en el Nuevo Testamento.

(139) Tenemos evidencias de que en la Iglesia naciente fueron bautizadas familias completas, lo que abiertamente hace inferir que también los niños eran bautizados: la familia de Lidia (cf. Hch 16,14-15), la del carcelero (cf. Hch 16,32-33); la de Estéfanas (cf. 1Cor 1,16), la de Crispo (cf. Hch 18,8) y la de Cornelio (cf. Hch 10,1-48).

Negar el bautizo de niños es algo bíblicamente inconsistente.

(140) Si Dios no prohibió a los niños ser parte del viejo pacto mediante el rito de la circuncisión, ¿de quién podrían venir esas doctrinas que prohíben el acceso de los niños al bautismo, para que puedan gozar del nuevo pacto que es mucho más glorioso que el anterior (cf. 2Cor 3,5-12)? Dios jamás le negaría a los niños tan maravilloso don.

Sabemos que más que fuerzas humanas, es la fuerza del maligno intentando alejar de la mirada de las almas el bautismo que les lleva a la salvación. ¿Quién por encima de Dios para oponerse a que los niños sean recibidos por Cristo en su Cuerpo? Él mismo Jesucristo advirtió y dijo: “dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan porque de los que son como ellos es el reino de los cielos” (Mt 19,13-15) ¡Y conste que hasta les impuso las manos (signo sacramental) y que al reino de los cielos se entra por el bautismo! Esto mismo lo reitera con más fuerza en Mt 18,1-7.

Jesucristo pasó por el bautismo ya desde niño. Míralo desde la cruz.

(141) Jesús le dijo a Santiago y a Juan: “¿…serán ustedes capaces de beber el cáliz que yo beberé y de ser bautizados con el mismo bautismo con el que yo me tengo que bautizar?” (Mc 10, 35-40); y dijo también: “Tengo que recibir un bautismo, y qué angustia siento hasta que no se haya cumplido” (Lc 12,50). Y fue en la cruz, justo al expirar, cuando anunció que ya su bautizo se había cumplido (cf. Jn 19,30). Pero dirás, ¿y qué tiene que ver eso con lo que anterior?

Jesús también sufrió y padeció de modo anticipado y en plenitud la agonía de su bautismo cuando apenas estaba en el vientre de su madre y enseguida luego de su nacimiento. ¡O es que tan pronto olvidamos la larga tribulación que sufrió, a causa de la sanguinaria persecución que Herodes desató para tratar de asesinarlo! Jesús, apenas recién nacido, sufrió el destierro; fue un emigrante como tantos desplazados de hoy que huyen ante la persecución. Allí estuvo Cristo, desde temprano, viviendo su bautismo. ¿Hay alguien que tenga ojos y no se dé cuenta de ello? Lo leído en Mc 10,35-40 y Lc 12,50 aquí tienen plena aplicación. ¿Quiénes son los que intentan impedir que los niños se bauticen, serán acaso nuevos Herodes?

Para bautizarnos, vamos con Cristo a la cruz, y no con Juan el Bautista al Jordán.

(142) El bautismo de Jesucristo eclipsa para siempre al de Juan el bautista. El propio Juan envió siempre a sus discípulos a recibir el bautismo de Cristo; y es que Cristo bautizaba más que Juan (cf. Jn 3,22-23; 4,1-2).

Su bautismo en el río Jordán queda totalmente desdibujado y desvirtuado si nuestras miradas quedan atrapadas allí y no se mira hacia donde miran y señalan las palabras del mismo Juan el Bautista: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… he venido a bautizar con agua para que él se manifieste a Israel… Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu Santo y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo” (Jn 1,24-31; Mt 3,11; Mc 1,8; Lc 3,16).

Todo lo ocurrido en el Jordán apunta hacia el bautismo en la cruz.

(143) Cuando al anunciar su bautismo Jesús nos señala su sacrificio por nosotros (cf. Mc 10,35-40; Lc 12,50), ¿acaso no tenemos que mirar a la cruz?

Los verdaderos cristianos contemplan a Jesús bautizándose en la crucifixión, más que en el mismo Jordán; y para ellos poderse bautizar en Cristo, a la cruz la miran, la aceptan y asumen tal cual como Él. Decía el gran San Ambrosio (340?-390 d.C.): “Considera donde eres bautizado, de donde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En Él eres rescatado, en Él eres salvado”[1]. Ver también: Rm 6,3-13; Mt 3,11; Mc 1,7-8; Lc 3,3-16; Hch 19,1-10.

Hay gente que dice: “No bauticen a los niños porque ellos no creen todavía”.

(144) Las falsas doctrinas que niegan que los niños creen, el propio Jesucristo las deja sin fundamento: en Mt 21,14-16, y citando el Sal 8,3, Jesús exalta la fe de los niños que le alaban, y denuncia la ceguera de los doctores de la ley que, sabiendo de punta a punta lo que decían las profecías sobre ÉL, y aunque lo tenían ante sus ojos, no reconocían que Él era el Mesías. Los niños, iletrados, les dieron una cátedra de fe a aquellos eruditos bíblicos, pero secos en la fe. Es realmente sorprendente que el propio Jesucristo ratifique que incluso los niños que aun maman también puedan dirigir alabanzas a Dios.

¡Para Cristo los niños sí creen en Él, pero para los judíos de aquel tiempo no!

(145) Jesús les dijo: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y los lancen al fondo del mar” (Mt 18,6; Mc 9,42).  Un mensaje para todos quienes niegan el bautismo de niños ¿Por qué coinciden estando del lado de los judíos y en contra de Cristo? Y en el versículo siguiente le advierte tenebrosos castigos a quien escandalice a los niños negándoles su fe.

 Jesucristo no mandó a los niños a creer como los adultos. Él mandó, más bien, a los adultos, ser como los niños para entrar al reino de los cielos; y al reino de los cielos se entra por la puerta del bautismo.

Por la fe de los padres, ellos sin consultarles a los niños les ponen vacunas, les dan el nombre, los ponen a estudiar, los mandan a la escuela, los visten, les controlan la vida. Y lo hacen porque los aman y quieren para sus hijos el bien y lo mejor, aunque sus niños aún no sepan lo que les están haciendo.

Respuesta a objeciones sobre el bautismo católico.

(146) Acusan de inválido y anti bíblico bautizar niños. Dicen que está mandado por Dios que primero es necesario creer antes de bautizarse y se argumentan con Mc 16,16: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará”. Argumentan con este pasaje bíblico que los niños deben esperar a cuando sean más grandes, cuando puedan creer, para después bautizarse. ¡Qué error! Allí no se está prohibiendo el bautizo de los niños. Aclaremos ese pasaje. Tal vez desconocen que el Evangelio de Marcos fue escrito para paganos, sobre todo romanos que se convertían en cristianos; y que es de sentido común y lógico que para ellos, que no sabían nada de la Antigua Alianza y del Mesías, se les tuviera que exigir primero creer y luego bautizarse.

Esa condición, sin embargo, no aparece en Mt 28,18-20, justo cuando Jesús instituye el bautismo. A sus discípulos los manda primero a bautizar, y luego, a enseñar a guardar todo lo que Él les ha mandado; es decir, a creer.

El orden en ambos pasajes bíblicos es diferente, pero no contradictorio. Mientras el evangelio de Marcos está dirigido a romanos que se hacen cristianos, y el evangelio de Mateo es para judíos que se hacían cristianos. Los de origen judío tenían lo que no tenían los romanos: ellos sabían, ya desde niños, de la historia de la salvación y de la espera de la venida del Mesías.

Dicen también: “en el bautizo de la iglesia católica no hablan en lenguas, y por eso es inválido”. Dicen que eso sale en Pentecostés cuando los discípulos recibieron el Espíritu Santo y todos hablaron en lenguas. Tales hermanos adulteran la Palabra de Dios, ya que en Pentecostés no estaban bautizando a nadie. Ya los discípulos habían recibido el bautismo, y prueba de ello es que mucho antes el mismo Jesús en su vida pública les encargaba a ellos bautizar a los nuevos discípulos (cf. Jn 4,2). Y es que Jesús bautizaba muchísima más gente que Juan el Bautista (cf. Jn 3,22).

Muchas incoherencias deja sin fundamento su objeción. No muestran un solo pasaje bíblico donde diga que si no hablan en lenguas el bautizo es inválido. Al contrario, encontramos en la Biblia abundantes evidencias de bautizos, tanto del que practicaba Juan como del que instituyó Jesucristo, todos válidos, donde nadie estuvo hablando en lenguas (cf. Jn 8,38; Lc 3,21; Hch 16,1; 22,15-17). Y además, en Mt 28,18-20, cuando Cristo instituyó el bautismo no impuso esa condición o requisito. Nunca entre los primeros cristianos existió esa norma; por lo tanto. Esa exigencia no es sino una simple norma inventada por hombres.

¿Te gustaría conocer fuentes que demuestran el bautizo de niños en la Iglesia primitiva?

(147) A muchos les han dicho que el bautizo de niños comenzó a partir del siglo cuarto y que fue impuesto por el emperador Constantino. Eso no es verdad. No sé cómo se las arreglarán para eludir las siguientes evidencias y decir que son falsas o inventadas:

a. Ireneo de lyon (130-202 d. C.): “Porque vino a salvar a todos: y digo a todos, es decir a cuantos por él renacen para Dios, sean bebés, niños, adolescentes, jóvenes o adultos. Por eso quiso pasar por todas las edades: para hacerse bebé con los bebés a fin de santificar a los bebés; niño con los niños, a fin de santificar a los de su edad, dándoles ejemplo de piedad, y siendo para ellos modelo de justicia y obediencia; se hizo joven con los jóvenes, para dar a los jóvenes ejemplo y santificarlos para el Señor”[2]. Ireneo fue discípulo de San Policarpo (Obispo de Esmirna); quien, a su vez, fue discípulo del Apóstol Juan.

b. Orígenes (185-254 d. C.): “La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu”.[3] Orígenes nació en Alejandría (Norte de África, y fue discípulo de Clemente de Alejandría y de Ammonio Sacas. Orígenes enseñó el cristianismo a paganos y cristianos. Viajó a Palestina en el año 216, tras ser invitado a dar conferencias sobre las escrituras, pues se caracterizaba por su gran erudición, llegando a ser un gran exégeta.

c. Hipólito de roma (? – 235 d. C): “Al cantar el gallo, se comenzará a rezar sobre el agua. Ya sea el agua que fluye en la fuente o que fluye en lo alto. Se hará así salvo que exista una necesidad. Pero si hay una necesidad permanente y urgente, se utilizará el agua que se encuentre. Se desvestirán, y se bautizarán los niños en primer término. Todos los que puedan hablar por sí mismos hablarán. En cuanto a los que no puedan, sus padres hablarán por ellos, o alguno de su familia. Se bautizará enseguida a los hombres y finalmente a las mujeres…”[4] Hipólito era un soldado romano al que se le asignó custodiar a prisioneros cristianos. Convertido por ellos a la fe, fue martirizado por asistir al entierro de otros martirizados. Fue presbítero en Roma, en donde vivió un tiempo como antipapa y se reconcilió luego con la Iglesia. Fue discípulo de Ignacio de Antioquía.

d. Cipriano de cartago (200-258 d. C.): “Pero en relación con el caso de los niños, en el cual dices que no deben ser bautizados en el segundo o tercer día después de su nacimiento, y que la antigua ley de la circuncisión debe considerarse, por lo cual piensas que alguien que acaba de nacer debe no ser bautizado y santificado dentro de los ocho días, todos nosotros pensamos de manera muy diferente en nuestro Concilio. Porque en este curso que pensabas tomar, nadie está de acuerdo, sino que todos juzgamos que la misericordia y gracia de Dios no debe ser negada a ningún nacido de hombre… Por otra parte, la fe en la Escritura divina nos declara que todos, ya sean niños o mayores, tenemos la misma igualdad en los divinos dones…”[5] Cipriano  era un escritor romano que de pagano se convirtió a cristiano y llegó a ser Obispo.

¿Es válido el bautismo echando agua en la cabeza? Es totalmente válido y bíblico:

(148) Pablo, por ejemplo, no fue sumergido en agua para bautizarse. El “se levantó y fue bautizado” por Ananías en la casa de Judas (cf. Hch 9,18; 22,16), y en aquellas casas no habían piscinas o tinas dentro donde lo pudieran sumergir.

Tampoco Felipe tenía suficiente agua en el desierto de Candasen para sumergir al etíope y bautizarlo (cf. Hch 8,27. 38-39).

Si el único bautismo válido fuese sumergiendo en agua a las personas, el mandato de Cristo de bautizar a todas las naciones (cf. Mt 28,18-20) estaría viciado de equivocaciones, ya no sería universal y el mismo Jesucristo ya no sería por lo tanto Dios. El bautismo habría quedado como un privilegio de élites, sólo para aquellos pueblos que contaran con agua donde poderse sumergir. Descartaría a quienes viven en desiertos, glaciares, enfermos en hospitales y casas de familia, presos en las cárceles y en tantos sitios del mundo donde las aguas están contaminadas. El príncipe de las tinieblas tenía que tener aquí metida su ponzoña como es su costumbre: oculto para no ser descubierto.

Bautizarse viene del griego ‘baptizé’ y significa sumergir

(149) Pero no se refiere a sumergir en agua literalmente hablando: ríos, piscinas, playas, etc. El cristiano al leer la Biblia entiende el significado de agua no pensando como hombres, terrenalmente, sino desde lo que significa en las Escrituras: el agua es el mismo Jesucristo (cf. Ez 47,1-12; Jn 3, 3-7; 4, 7-15; 7,37-38).

En la Biblia bautizarse significa sumergirse allí mismo donde Cristo se sumergió para bautizarse: en la cruz. ¡Quien reniega de ella reniega de su propio bautismo! (cf. Flp 3,18) Por eso fue que Él dijo: “El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios” (Lc 9,62).

¿Cómo establecieron el bautismo los Apóstoles y la Iglesia naciente?

(150) Esto fue lo que ordenaron los Apóstoles en un manuscrito escrito aproximadamente en el año 45 d. C., llamado Didajé, o Instrucciones de los Apóstoles a los Gentiles, donde establecieron las normas morales, litúrgicas y de la organización de la Iglesia primitiva. En el numeral siete dice:

“En cuanto al bautismo, he aquí cómo hay que administrarle: Después de haber enseñado los anteriores preceptos, bautizad en el agua viva, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Si no pudiere ser en el agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces agua sobre la cabeza, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”[6].

¿Un niño nace con pecado? ¿qué es el Pecado Original?

(151) El hombre, al tomar «el árbol del conocimiento del bien y del mal»(Gn 2,17), “por la seducción del diablo quiso «ser como Dios» (Gn 3,5), pero «sin Dios, antes que Dios y no según Dios» (S. Máximo Confesor, ambig.). Tentado por el diablo, el hombre dejó morir en su corazón la confianza hacia su Creador (cf. Gn 3,1-11) y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios[7].

Todos los hombres están implicados en el pecado de Adán. San Pablo lo afirma así: «Por la desobediencia de un solo hombre, TODOS [incluye a los niños] fueron constituidos pecadores» (Rm 5,19); «Como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron…» (Rm 5,12). A la universalidad del pecado y de la muerte, el Apóstol opone la universalidad de la salvación en Cristo: «Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos una justificación que da la vida» (Rm 5,18)[8].

El pecado original en el niño es un pecado adquirido y no un pecado cometido por él; pero al adquirirlo quedó está afectado y, por afectado, necesita en consecuencia ser liberado, limpiado, redimido. Debemos llevar a los niños a bautizarles cuanto antes. El pecado original es un pecado adquirido por el niño porque fue cometido por otros y alcanzó a toda la humanidad y a él también.

El niño es inocente, pero no inmaculado.

(152) Lo dicen las Escrituras: “mira que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (Sal 50,7). También los niños, al igual que los adultos, necesitan y tienen todo el derecho a gozar de la redención de Cristo y de ir, en consecuencia, al sacramento del Bautismo. Este derecho es quizás mayor y más importante que todos los derechos humanos que el mundo dice defenderle y protegerle a los niños.

Negarle el bautizo a los niños es abandonarlos en el mundo viejo.

(153) Nada más perverso y propio del maligno es que, habiendo sido marcada toda la humanidad por el pecado del primer Adán, justamente, cuando en la plenitud de los tiempos Jesucristo alcanza a toda la humanidad la gracia de la redención por el triunfo de su resurrección, hayan quienes pretendan, en nombre del mismo Cristo, impedirle a los niños el bautismo para excluirlos del derecho a gozar del precioso y santo don de quedar incorporados en la humanidad redimida y ser parte de la NUEVA CREACIÓN. Véase: Is 65,17; 66,22; Col 1,15-17; 2Pe 3,13; y Ap 21,1-5. El diablo nunca va a decirle a quien engaña que vienen de él las cosas que el mismo incita a negar.

A la nueva creación inaugurada en Cristo se entra por el bautismo (cf. 2Cor 5,17). ¿cómo dejar a los niños fuera de ella? ¿Por qué impedirles el bautismo? “La Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento”[9].


[1] Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por Juan Pablo II (1 oct. 1992), Asociación de editores del Catecismo, Madrid, 1992, n.1225.

[2] IRENEO de Lyon, “Contra las herejías”, 2, 22, 4, en «Biblioteca Católica Digital»,  <http://www.mercaba.org/TESORO /IRENEO/05-3.htm>, (Ingreso: 27-07-2015).

[3] ORÍGENES “In Rom”, Com. 5, 9: EH 249. José Miguel Arraiz, en «apologéticacatolica.org»,  <http://www.apologetica catolica.org/Bautismo/BautismoN05.htm#_ftnref2>, (Ingreso: 27-07-2015).

[4] HIPÓLITO, “Tradición apostólica” 20,21.  José Miguel Arraiz, Op. cit.

[5] CIPRIANO DE CARTAGO. “A Fido sobre el bautismo de infantes”, 58. José Miguel Arráiz, Op. cit.

[6] DIDAJÉ, VII, (Instrucciones de los Apóstoles a los Gentiles), en «BCD», <http://www.mercaba.org/TESORO/didaje .htm# _Toc74525507>, (Ingreso: 02-08-2015).

[7] Catecismo de la Iglesia Católica, n.397-398.

[8] Ibid, 402.

[9] CIC, 1250.


NOTA: te invitamos a nuestra biblioteca de video, y podrás conocer lo que enseñan los más importantes apologetas del momento:

HF-VIDEO / Bautismo de niños, ¿sumergir a las personas?

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