Lunes, VI Semana. Tiempo Ordinario
Comentario:
La carta de Santiago en su capítulo uno, que se lee hoy en la Santa Misa nos previene de una falsa doctrina y falsas iglesias que han proliferado y se han enriquecido a costa de la fe, mediante la llamada «teología de la prosperidad» o ‘evangelio de la prosperidad’.
A las personas les dicen y mandan a que en la medida que más dinero den a la iglesia Dios les va a enriquecer multiplicando en abundancia sus bienes materiales. Aunado a ésto les inducen a que en sus oraciones sólo pidan salud, riquezas y abundancia. ¿A qué persona necesitada y con problemas económicos, y que además esté débil en la fe, no lo va a seducir un pastor que le predique que va a nadar en dinero y que no va a volver a sufrir y a padecer más?
Para ellos la enfermedad y la pobreza son maldiciones de Dios, ocasionadas por no haber cumplido lo que Dios les pide. ¿Y qué dicen que Dios pide? Que entreguen cada vez, más y más, dinero al pastor. No faltan quienes engañan diciendo que pasan calamidades por culpa de tener imágenes, de pedirle a los santos, por creer en la Virgen María o en el Papa.
Origen de esta doctrina y práctica en la actualidad (1)
Comenzó a tener difusión, esta teología, en América entre 1940 y 1950. Pronto, en 1980 las enseñanzas de la prosperidad ocuparían un lugar importante en el tele evangelismo protestante, concretamente en muchos grupos evangélico-pentecostales. Grandes figuras mediáticas de las televisoras evangélicas: Cash Luna, Joel Osten, Benny Hinn, Robert Tilton enseñan estas doctrinas. Pastoras (profetas) que también se han hecho conocidas por este tipo de prédicas son Ana Maldonado con su frase: “A punta de dólares te meto al Cielo”. Si tuviéramos que hablar de un fundador o inventor de estas prácticas, podría ser el pastor Essek Kenyon, con su doctrina de la confesión positiva (confesar lo que uno desea para que se cumpla, y cuando uno tiene dolor, confesar siempre positivamente de forma que niegas los síntomas de la enfermedad, sugestionándote mentalmente).
En la actualidad muchos grupos pentecostales y grupos evangélicos practican estas creencias. Debido sobre todo a que en la Teología protestante no hay lugar para el sufrimiento ni para la pobreza evangélica, esta enseñanza ha causado mucho éxito dentro del protestantismo y pentecostalismo moderno.
¿Cómo sabemos que dicha doctrina es anti cristiana?
Nuestro Señor Jesucristo nació en la pobreza, sin una cuna donde nacer y no por ello era maldito. Y dijo que no tenía ni siquiera donde poder reclinar su cabeza, y tampoco por ello fue maldito. El apóstol Santiago, en la liturgia de la Palabra de hoy, nos enseña que las pruebas y adversidades pueden ser fuente incluso de santificación: Hermanos, considérense afortunados cuando les toca soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la fe desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de soportar debe llegar a ser perfecta, si queremos ser perfectos, completos, sin que nos falte nada. (…) El hermano de condición humilde debe alegrarse cuando su situación mejora, y el rico, cuando se ve rebajado; porque pasará como la flor del campo. Se levanta el sol y empieza el calor, seca la hierba y marchita la flor, y pierde toda su gracia. Así también el rico verá decaer sus proyectos. Feliz el hombre que soporta pacientemente la prueba, porque, después de probado, recibirá la corona de vida que el Señor prometió a los que lo aman. (Stgo 1, 2-3. 9-12). Un ejemplo más de que la pobreza no es castigo de Dios es el siervo Job, quien la necesidad, la enfermedad y la soledad fueron, más bien, fuente de fortalecimiento y de purificación y de encuentro con la misericordia de Dios.
Preguntas para compartir:
1. ¿Qué otros pasajes de la Biblia pueden demostrar lo nociva y falsa que es esa doctrina del ‘evangelio de la prosperidad’?
2. ¿A qué peligros conduce dicha teología y esos lugares donde la practican?
Fuente bibliográfica:
1. Yasmin Oré y Jesús Urones. ¿Qué es la Teología de la Prosperidad?, 2 nov 2017,
https://www.religionenlibertad.com/que-teologia-prosperidad-60273.htm
Elaborada por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
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