Apologética en la Liturgia de la Palabra
Jueves, XV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C
Lecturas del día: Is 26, 7-9. 12. 16-19; Sal 101, 13–21; Mt 11, 28–30
Comentario:
Los textos bíblicos de hoy abren sus vertientes apologéticas en dos direcciones, una en lo humano y espiritual, y otra en lo doctrinal. En lo primero, para protegernos ante el demonio de la soberbia; y, en lo segundo, para protegernos ante las Sectas que nos pretenden devolver al pesado y opresor yugo de la ley judaica.
Para proteger la fe ante el pecado de la soberbia:
Decía san Agustín:
«Aprended de mí…» (cf. Mt 11, 29). No a crear el mundo, no a hacer en él grandes prodigios, sino aprended de mí a ser manso y humilde de corazón. ¿Quieres ser grande? Comienza entonces por ser pequeño. ¿Tratas de levantar un edificio grande y elevado? Piensa primero en la base de la humildad. Y cuanto más trates de elevar el edificio, tanto más profundamente debes de cavar su fundamento. ¿Y hasta dónde ha de tocar la cúpula de nuestro edificio? Hasta la presencia de Dios.
“Los que llevaron intrépidamente sobre sus cabezas el yugo del Señor, han afrontado peligros tan difíciles, que parece como que son llamados, no del trabajo al descanso, sino de la inacción al trabajo, como dice el Apóstol de sí mismo (cf. 2Cor 6): El Espíritu Santo es ciertamente el que renueva de día en día al hombre interior en medio de las ruinas del hombre exterior y una vez que ha gustado la tranquilidad espiritual, en esta afluencia de las delicias de Dios, en la esperanza de los bienes eternos, todo lo presente pierde su aspereza y todo lo pesado se aligera”. (1)
Para proteger la fe ante las sectas que nos pretenden oprimir con leyes ya caducas.
Así como los falsos cristianos de Antioquía mencionados en el capítulo quince de Hechos de los Apóstoles, que pretendían imponer la ley de la circuncisión como obligatoria para los cristianos; así tal cual son las Sectas que nos pretenden deslindar del camino de la Gracia (los Sacramentos y el Sacerdocio de Cristo), para arrastrarnos hacia el cumplimiento de viejas normas que no proporcionaban salvación, sino opresión e injusticia.
Comentando el evangelio de hoy, San Jerónimo ve, en el yugo pesado, la ley judaica; y en el yugo liviano, el nuevo mandamiento del Amor, a Dios y al Prójimo; ya que es llevadero para el hombre y le proporciona, satisfactoria y eficazmente, la Salvación; dándole, así, el descanso que las antiguas obras de la Ley no podían proveer. Decía San Jerónimo:
”¿Cómo el Evangelio es más suave que la ley, puesto que ésta sólo castiga el homicidio y el adulterio y el Evangelio hasta la ira y la concupiscencia? (cf. Mt 5). Hay en la ley muchos preceptos, que según enseña con toda erudición el Apóstol (cf. Hch 15) son impracticables. En la ley se exige la obra, en el Evangelio la intención, con la que puede obtenerse la recompensa sin que se haya realizado la obra. El Evangelio nos manda lo que nos es posible, esto es, el no desear y esto queda dentro de nuestras facultades. La ley, al castigar al adulterio, no castiga la intención, sino el hecho. Figuraos que en una persecución ha sido violada una virgen, el Evangelio la recibe como virgen porque no ha pecado por su voluntad, pero la ley la repudia porque ha sido violada”. (2)
Con este comentario, san Jerónimo, como si estuviese vivo en esta generación, deja al desnudo y al descubierto, las profundas desviaciones que tienen las actuales sectas que, diciéndose cristianas, atan sus almas a leyes antiguas que no salvan a nadie, y se auto marginan de las fuentes de la Gracia que Cristo ofrece mediante la vivencia gozosa y plena de los Sacramentos de la Iglesia.
Para compartir:
1.- ¿Por qué es tan necesaria la humildad en la defensa de la fe?
2.- ¿Qué textos de la Biblia nos revelan la liberación del yugo de la Ley antigua que Cristo nos alcanzó con su Pasión, Muerte y Resurrección?
Elaborado por:
Héctor Pernía, mfc
Fuente:
(1) San Agustín, sermones 69,1-2 ; 70, 1; deiverbum.org/mt-11_28-30/
(2) San Jerónimo; Catena Aurea: comentarios de los Padres de la Iglesia por versículos; Ibid.
