¿Sientes que pierdes la fe?
Ningún extremo es sano ni tiene de su lado la razón; ni la desesperación, la presunción; o el dar por hecho que de nada sirvió confiar o esperar en Dios, porque las dificultades y las injusticias, en lugar de disminuir o desaparecer, se multiplican; tampoco el creerse seguro de la salvación, mientras se convive en el pecado, sin contrición alguna en el corazón.
La desesperación pone en grave peligro la salvación
Ten presente que la desesperación y la presunción son una falta grave contra el primer mandamiento de Dios, ya que atentan contra la esperanza:
«Por la desesperación el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia – porque el Señor es fiel a sus promesas – y a su misericordia. Y, en cuanto a la presunción, hay dos clases: o bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divina (esperando su perdón sin conversión y la gloria sin mérito)». (1)
A continuación algunas medidas recomendables para desinflar el estado de desesperación y hacer que entre a gobernar con lucidez la razón:
a.- Muy a propósito encontramos aquí el verbo “desinflar”, ya que lo más frecuente en un estado de desesperación es que las personas con su mente tienen inflado, hasta casi estallar, el “globo” de uno o varios asuntos específicos; con lo que llevan su mente prácticamente secuestrada y urgentemente necesita de liberación. ¿Cómo se logra? Puede ayudar muchísimo conseguir ayuda con personas que le consigan un cambio radical y temporal de ambiente, hacia un lugar de descanso, reconfortante, lleno de valores y de fraternidad. Eso le permitirá mirar gradualmente y con mucha mayor objetividad, los mismos asuntos que le llevaron al colapso emocional.
b.- Hacer ejercicio de «gobierno» de la mente, haciendo que ella esté ocupada en el presente, en el “aquí, y en el ahora”, y cortar en seco con las fugas de la mente al recordar, recrear y pretender resolver, con la pensadora, las situaciones que le preocupan, sin hacer uso alguno de sustancias o actividades que puedan convertirse luego en adicciones. Lo mejor que puedes hacer es ocupar la mente de modo permanente en Cristo mediante jaculatorias, tal como Él mismo lo indica en Lc 21, 36 o en Mt 26, 41. Para eso no hay nada mejor que aprender y practicar, de por vida, la Oración del Corazón. Puedes ver este método de oración en YouTube.
Pasado este tiempo de descanso y liberación, podrás nuevamente abordar las situaciones difíciles que te rodean, porque ya tendrás conciencia lúcida de las posibles opciones que tienes a tu alcance para salir de los desafíos que te habían abrumado.
Para compartir:
1.- ¿Por qué la desesperación es un pecado contra el primer Mandamiento?
2.- ¿Qué acciones ayudan a quitar el estado de desesperación?
Elaborada por:
P. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
(1) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2091
El contenido fue tomado de la ‘Guía de Auxilio Espiritual’ elaborada por el mismo autor de esta publicación.