Causa y gravedad de la pereza:
Aunque la acedia es el tipo de pecado más grave, también la negligencia en los deberes humanos es un pecado, que casi siempre se encuentra en la base de la anterior. En los adolescentes, es frecuente la tentación de abandono de las obligaciones y el temor a soportar esfuerzos que, en sí mismos, son normales: es el tiempo en que despiertan, y aún no se han consolidado, las fuerzas de la razón, la libertad y la responsabilidad.
Puede ocurrir que, poseyendo las energías apropiadas, no se utilicen de forma correcta: no se sabe decidir, ni pasar de la decisión a la acción, o bien resulta difícil continuar en la obra comenzada; en estos casos, suele haber un factor de mala educación anterior, que conviene corregir apenas detectado. Normalmente, sin embargo, su responsabilidad moral todavía no es plena; y necesitan, de modo especial, que se les ayude con la corrección y el estímulo. También más adelante, a lo largo de la vida, una situación de falta de salud, que merma las fuerzas del alma, puede llevar a exagerar subjetivamente las dificultades en el cumplimiento del deber; y entonces, junto a los remedios ascéticos normales, será aconsejable una época de más descanso y distensión.
El desorden provocado por el pecado original lleva consigo que todos los hombres tiendan a rechazar el esfuerzo que supone realizar un bien debido, y que haya en todos, un principio de pereza; el pecado consiste en dejar que se desarrolle este principio, y conduzca a acciones u omisiones desordenadas. Así considerada, la pereza no se opone a ninguna virtud concreta, sino a todas, y, por tanto, no es un vicio especial: será un pecado de omisión (si lleva a omitir o descuidar un deber preciso) o de comisión (si conduce a violar positivamente la ley natural o divina). Así, por ejemplo, en cuanto produce tristeza, se opone a la alegría; en cuanto empuja a un desordenado amor al bien corporal, es una forma de sensualidad; y, en cuanto lleva a disminuir el rendimiento en el trabajo, se opone a la laboriosidad.
La gravedad de las acciones perezosas depende de las obligaciones cuyo cumplimiento rechaza. Sin embargo, el hábito de pereza, aunque en un principio no conduzca por sí mismo a pecados graves, puede ser funesto para la persona, por todo el reato de malas inclinaciones que lleva consigo: la complicación del alma y la mentira, con que se intenta disminuir el propio deber; la disipación en pensamientos inútiles y, muchas veces, dañinos; y sobre todo la ociosidad, “madre de todos los vicios”, como indica el dicho popular. El Señor se refiere al rigor con que serán tratados los perezosos cuando dice: “Todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego” (Mt 7,19). Él mismo dio ejemplo de vida de trabajo, que debe ser imitada por los cristianos.
Para compartir:
1.- ¿Qué utilidad tiene esta enseñanza para la educación y evangelización, especialmente, en niños, adolescentes y jóvenes?
2.- ¿Por qué la pereza causa tanto daño en las personas?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc
Fuente:
Los temas a presentar en la secuencia de orientaciones sobre la Acedia en orientación hacia la asocialidad son tomados de la Guía de Auxilio Espiritual, escrita por el mismo elaborador de esta publicación.