Pbro. Héctor Pernía, mfc
Hay hermanos que caminan en tinieblas negando la divinidad del Espíritu Santo,
(54) … y afirman que es sólo una fuerza proveniente de la divinidad. He aquí el camino a la luz:
Cristo bautiza, y manda a bautizar en el Espíritu Santo, porque en el Espíritu Santo reside también la plenitud de la divinidad (Jn 1,33; Mt 28,18-20).
Dijo Jesús: ‘’Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté con ustedes siempre… El otro Paráclito que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y os recordará todo lo que yo les he dicho” (Jn 14,15-17.26). Todo esto sería imposible e ilógico que lo hiciera si sólo fuera una simple fuerza o una energía.
En Hch 5,4 Pedro le dice a Ananías: “No has mentido a los hombres, sino a Dios”; y luego, en Hch 5,9 le reprende: “¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor?”. El Espíritu del Señor es el Espíritu Santo. Pedro enseña muy claramente, que mentirle al Espíritu Santo, es mentirle personalmente a Dios mismo.
En 2Pe 1,20-21 dice que quienes escribieron la Sagrada Escritura, lo hicieron movidos por el Espíritu Santo; y en 2Tim 3,16 leemos que las Escrituras fueron inspiradas por Dios. Lo que da a concluir que el Espíritu Santo es Dios.
Cristo reveló que el Espíritu Santo tiene existencia propia, divinidad, poder, y que su misión es la de guiar a la Iglesia hasta la verdad completa (Jn 16,13). También enseñó que el Espíritu Santo, por sí mismo, le da gloria a Él (Jn 16,14). ¿Cómo haría una fuerza o una energía por sí misma, para dar gloria a alguien?
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