Es mejor prevenirlos que enfrentarlos
En línea con la anterior publicación de esta serie, ser personas intachables es el mejor escudo preventivo y protector ante juicios temerarios.
Un ejemplo de ello es el del Papa Benedicto XVI, con su respuesta, a sus 95 años de edad, a la acusación (enero, 2022) que le hizo un bufete de abogados de Alemania, de haber encubierto, con su inacción, cuatro casos de abusos sexuales cuando era arzobispo de Munich.
En respuesta, el Papa Benedicto XVI redactó una carta el 8 de febrero de 2022, en la que hizo pública su transparencia e inocencia, objetando la acusación que se le había hecho. Traeré solo algunos contenidos de una nota publicada al respecto, trayendo lo específico para el tema que nos ocupa.
Dijo: «Aunque he sido arzobispo de Múnich y Freising durante poco menos de 5 años, mi profunda pertenencia al archidiócesis de Múnich como mi patria aún persiste en mi corazón…».
Benedicto agradeció al equipo que le ayudó, con estas palabras:
«[el equipo] que redactó, con abnegación, mi memorial de 82 páginas para el bufete de abogados de Munich, que no podría haber redactado solo. Además de las respuestas a las preguntas que me planteó el bufete, también se añadían la lectura y el análisis de 8.000 páginas de documentos en formato digital. Estos colaboradores me ayudaron después a estudiar y analizar el informe pericial de casi 2.000 páginas. El resultado se publicará más adelante, como suplemento de esta carta.
Unos meses luego, el arzobispo Georg Gänswein, secretario especial del Papa Emérito, afirmó que Benedicto XVI corrigió su declaración sobre el reciente informe sobre la gestión de los abusos en la archidiócesis alemana. El error se podía leer en la nota no se cometió con mala intención, sino que fue consecuencia de un descuido en la redacción de su opinión. En la carta enviada […], Benedicto XVI subraya que “este error, que lamentablemente se produjo, no fue intencionado y espero que sea disculpado”.
“Me afectó profundamente que el descuido se utilizara para dudar de mi veracidad, y presentarme incluso como mentiroso […]”.
Para resumir lo dicho en la carta, luego de expresar su dolor y solidaridad ante las víctimas de abusos, declaró:
“Pronto me encontraré ante el juez supremo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento sin embargo feliz porque confío firmemente en que el Señor no sólo es el juez justo, sino al mismo tiempo el amigo y el hermano que ya ha sufrido él mismo mis desperfectos y es, por tanto, como juez, al mismo tiempo mi abogado (Paráclito). En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente en mí. Ser cristiano me da el conocimiento, además, de la amistad con el juez de mi vida y me permite cruzar con confianza la oscura puerta de la muerte».
Amén de guardar incólume la conducta en todos los actos, y toda la vida. En Benedicto XVI se aprecia otro admirable testimonio: no renunciar a la vida aun cuando la vejez y las limitaciones físicas impidan trabajar o ser útil como antes, en una institución o una familia, y cuidar la propia salud para servirle a Dios y a los demás; si ya no se puede con la fuerza corporal, hacerlo con la sabiduría y la experiencia. Todo ello le dio a Benedicto XVI la gracia de salir con la moral en alto cuando, teniendo noventa y cinco años de edad, le hacen una acusación temeraria, una infamia que dañaba su reputación y la imagen de toda la Iglesia.
Su ancianidad es todo un testimonio para que nadie, de avanzada edad, sea despreciado o echado al descarte. Es todo un testimonio honorable que el papa Benedicto XVI haya podido estar vivo y lúcido para dar la cara, asumir sus compromisos; repito, a pesar de sus casi 95 años de edad, y preservar su honra, dejando a la humanidad un hermoso testamento y mensaje para muchos que, como él, son víctima de acusaciones erróneas por parte de jueces.
El otro testimonio es el Temor de Dios. Para Benedicto, mayor que la palabra de los jueces de este mundo, es la transparencia ante el Juez Supremo: Jesucristo. Sabiendo lo equívocos y deshonrados que son muchos de los jueces de este mundo, apela y entrega su caso al «JUEZ JUSTO, AL JUEZ DE MI VIDA», como dice él mismo en su carta: «Ser cristiano me da el conocimiento, además, de la amistad con el juez de mi vida y me permite cruzar con confianza la oscura puerta de la muerte».
1.- ¿Qué acusación infundada le hicieron al Papa Benedicto XVI?
2.- ¿De qué modo salió íntegro a la acusación que le hicieron?
P. Héctor Pernía, mfc
El contenido fue tomado de la «Guía de Auxilio Espiritual” elaborada por el mismo autor de esta publicación.