Pbro. Héctor Pernía, mfc
Presentación:
(45) Estamos ante una pregunta que fácilmente se pudiera hacer quien aún conoce muy poco de Dios y que cree conocer mucho del mundo. Presentamos la respuesta que a esta inquietud nos ofrece un joven de Acción Católica en su libro ‘Cartas Apologéticas a mis compañeros de trabajo’. Copiamos de manera íntegra su desarrollo:
¿Quién hizo a Dios, Ser supremo?
(46) Pregunta es ésta que sobra para aquellos que han comprendido lo que es Dios. Con todo, son muchos los incautos que en su ignorancia hacen esta pregunta: ¿Quién hizo a Dios? Pregunta vana. En vano buscas al autor de Dios.
Por muchas épocas que recorras hacia el pasado jamás te encontrarás con un punto en que algo eterno no existía, ni hallarás momentos en que ese Ser Supremo comenzó a existir; ya que, de darse ese caso, la “nada” hubiera sido el padre de este mundo contingente, lo cual es absurdo.
En vano preguntas quién hizo a Dios;
(47) Porque Dios, como se definió a sí mismo en el Monte Sinaí, es El que es, es decir, el ser cuya esencia se confunde con su existencia. Por eso en vano buscas al autor de Dios.
Aunque recorrieras toda la eternidad en busca de la esencia del Ser, para luego inyectarla y crear así a Dios, es, precisamente, el ser por esencia, el ser cuya esencia se confunde con su existencia, el infinito océano o inmensidad del ser. Del poder infinito de esa esencia divina salió la existencia de los seres contingentes. Por eso, Dios podría dar la existencia a millones de criaturas, pues tiene capacidad para dársela, y es absurdo el pensar que pueda recibirla, siendo El, el mismísimo “Ser”.
Admite, por lo tanto, la eterna existencia del Ser supremo, que es Dios; porque de lo contrario tendrías que admitir, cono hemos dicho antes, el absurdo de que todo salió de la nada y este disparate no querría suscribir nadie.
¿Cómo existió eternamente?
(48) ¿Por qué en lugar de la nada existió el ser? ¿Cómo se puede comprender su eterna existencia? Estás haciendo unas preguntas que siempre quedarán sin contestación, porque son preguntas muy subidas para la corta inteligencia humana; son verdades que no están contra la razón, pero sí sobre ella, para cuya comprensión haría falta la inteligencia de un Dios. Por eso, conténtate con lo que te voy a decir:
Dios nos ha dado una inteligencia capaz de comprender la necesidad de la existencia de un Ser Eterno, Inteligente, libre e inmortal, distinto e infinitamente superior a la materia, y esta misma inteligencia nos hace ver el absurdo que encierra la negación de esa gran verdad, ya que de lo contrario no tendría explicación posible la existencia de estos seres contingentes que constituyen el “Mundo”; ni se explicarían en el universo material y en el espiritual de nuestra inteligencia.
Esto te basta para comprender la existencia de Dios y no indagues más, sino confiesa y adora humildemente su eterna existencia; sirve y ama a ese Dios y tu recompensa será eterna. Y sólo entonces verás cosas que el ojo humano jamás vio, cosas que la inteligencia humana no pudo comprender, ni la imaginación pudo imaginar.
Entretanto, confiesa arrodillado a ese ser maravilloso, que es tu Dios, a ese ser de arrobadoras bellezas, que cuando le veamos cara a cara será capaz de extasiarnos y dejarnos arrebatados en contemplación sin que jamás nos canse, aunque hubiera mil eternidades para contemplarle.