Hospitalitos de la Fe – Para Sanar mi Fe

Auxilio en la fe para quien está pensando en abandonar la Iglesia Católica

Pbro. Héctor Pernía, mfc

Necesitamos confiar en Dios y en la Iglesia con mucha firmeza.

(17) Sabemos que cuando se trabaja en la Iglesia no todo es color de rosas, y que uno tiene que pasar muchos momentos amargos. Te invito a reflexionar este breve diálogo:

_. Andrés: «En la Iglesia suceden muchas cosas que a muchos; y a mí, personalmente, me decepcionan».

_. Carlos: «Según como la mires y a donde tú pongas tu confianza. Dime: ¿Tú pones tu confianza en los hombres o en Cristo que la fundó? Porque la Iglesia Católica es Santa».

_. Andrés: «¿Cómo me vas a decir que es santa? Tú como que no has visto lo que yo he visto. De santa no tiene nada. ¿Tienes muy poco tiempo de católico, verdad?»

_. Carlos: «Disculpa, hermano, pero yo no tengo que ver lo que tú has visto, ni tampoco oír lo que tú oyes. Yo sólo tengo que ver y oír lo que Cristo ha establecido. La Iglesia Católica es santa porque el que la fundó es santo; y Cristo es Santo, y la Iglesia está animada y dirigida por el Espíritu Santo. Y, de ella, Cristo dijo, después de fundar su Iglesia, en Mt 16,18: «Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella». Tal vez, esto te explique por qué, luego de más de dos mil años de tantos pecadores que la Iglesia ha tenido, vigorosa y creciendo. Ella es obra de Dios en manos de hombres».

_. Andrés: «Sinceramente, Carlos. No lo había visto de esa manera. Y gracias por hacerme ver las cosas con claridad y sacarme de las tinieblas».

_. Carlos: Yo te comprendo. Ante Cristo nos puede pasar igual: que siendo Él verdadero Dios y verdadero hombre, lo miremos y analicemos solamente como hombre. Entonces estaríamos como los fariseos y los escribas: equivocados en todo lo que decían de Él. Así mismo nos pasa con la Iglesia, que sólo vemos de ella su lado humano, siendo que ella tiene origen divino y tiene también naturaleza divina.

Dijo el Señor: “Sed mansos como las palomas y astutos como las serpientes” (Mt 10,16)

(18) Cuando te sobrevengan tribulaciones y pruebas dolorosas en la vida debes ir con mucho cuidado, y reconocer, que en momentos así, Satanás anda al acecho y ataca fuertemente para que demos pasos en falso en nuestra relación con Dios. El busca el lado de nuestras debilidades y de los errores humanos para tentarnos a tomar decisiones equivocadas que más adelante nos alejen de Dios y de la vida eterna.

¿Quién no sabe, acaso, que mientras los católicos gozan de estabilidad humana, no les llegan casi ofertas de ayuda y auxilio de los miembros de alguna doctrina o religión contraria a su propia fe?; ¿y que apenas les sobrevienen las tormentas y los problemas, le caen de pronto por todas partes socorriéndoles en necesidades materiales y, al mismo tiempo, abordándoles con toda clase de argumentos religiosos infundados: que si eso es culpa de las imágenes que tiene, o por invocar a los santos, o por cargar una cruz en el pecho; etc.? Acerca de ellos, te digo: recibe la ayuda material que te den, pero sé firme en la fe; no te dejes manipular, ni permitas que se aprovechen de tu momento de crisis o de necesidad, ya que el bien se debe hacer sin importar a qué culto o creencia religiosa pertenecen las personas.

Recuerda, si sufres de desconocimiento de las bases bíblicas de Iglesia Católica, que no se aprovechen de esa debilidad que tienes. En momentos de enfermedad, de escasez económica, de crisis, no se debe violentar la creencia de un ser humano; y para ellos ese será su principal objetivo. Espera en Dios, que su amor por ti no tardará en manifestar Sé fiel a Dios, utiliza el cinturón de seguridad de sus mandatos, y de estudiar y conocer bien la sana doctrina de la fe.

Que no te arrastren tus impulsos y emociones.

(19) Si sientes la necesidad de separarte de la Iglesia Católica, no permitas que nada ciegue tu mente y te lleve a tomar una decisión subjetiva, influenciado por el impulso de alguna situación personal que estés viviendo.

b. ¿Qué católico en sus años de pertenencia a la Iglesia, ha verificado si la doctrina que la Iglesia predica y enseña está o no está en la Biblia? Muchos vivimos distraídos mirando solamente lo que sus miembros hacen o dejan de hacer; con las cosas que se ven, o con lo que de ella dicen sus adversarios. Un buen juez no escucha sólo a quien acusa para emitir su sentencia. También oye a quien es acusado. Debemos, por lo tanto, escuchar también lo que en defensa propia dice la Iglesia a la que por años ha pertenecido.

Si dices que es el Espíritu Santo el que te guía a separarte de la Iglesia Católica:

(20) ¿Crees realmente que el mismo Espíritu Santo caería en contradicciones impulsando a los católicos a traicionar la mismísima Iglesia que él asiste desde que Cristo sopló sobre ella y le dijo: “Reciban el Espíritu Santo…”? (Jn 20,22) Debes reconocer humildemente que estás a un paso de cometer una grave equivocación: exponer tu alma a perder la salvación, yéndose de una Iglesia que realmente desconoces.

Haz de caer en cuenta que perteneces a una Iglesia que tiene más de dos mil años de historia. Tan antigua, que llega hasta el mismo Cristo que personalmente la fundó; y que piensas irte a una fundada por hombres apenas hace unos meses, unos años o unas décadas atrás. Qué error tan grande, ¿verdad?

Investiga el verdadero origen de la Iglesia Católica y de los lugares de culto que no son católicos.

(21) Descubrirás que los lugares de culto separados de la Iglesia Católica, sólo son reconocidos por leyes civiles hechas por políticos que a menudo se rebelan contra Dios y que son organizaciones fundadas por hombre En la Iglesia Católica, si buscas su fundador, llegarás hasta el mismo Cristo.

Sería un paso en falso muy costoso para tu propia alma y salvación que fueras a uno de esos grupos que no se ramificaron sino que nacieron de una ruptura o apostasía. Te hablarán muy hermoso de Cristo; pero pronto te van a separar y a oponer a las junturas y ligamentos (cf. Ef 4, 14-16; Col 2, 18-19) que Cristo dejó para darle unidad, cohesión de Cuerpo y crecimiento a toda su Iglesia: los Sacramentos y de la roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia: Pedro y sus sucesores: el Papa y los obispos en comunión con el Papa.

Sé firme en la fe:

(22) Al atravesar un momento muy difícil en la vida debemos ir despacio y no precipitarnos en las decisiones. Y, ante quienes nos ofrezcan muchas novedades y paraísos espirituales, y al mismo tiempo nos siembren distancia y duda hacia una Iglesia que realmente conocemos poco en sus bases y fundamentos, no nos vayamos de una vez a seguirles.

Has de ser muy prudente. Si no conoces bien las bases y fuentes de tu propia Iglesia, ese será tu lado débil por donde el demonio no dudará de zarandearte hasta hacerte tropezar en el pecado de la apostasía. Por ese camino caerás fácilmente en el engaño de quienes llaman a la luz tinieblas y las tinieblas luz. Busca, urgentemente el Catecismo de la Iglesia Católica, o algún libro impreso, o por Internet, sobre apologética católica, y profundiza sin resentimientos en el corazón. Eso te ayudará a un buen discernimiento en la fe.

Anda con cuidado; pues no todos los que te hablen con una Biblia en la mano vienen de Dios.

(23) Recordemos que Satanás utilizó la Biblia para atacar a Cristo en el desierto. Sabes bien que abundan los falsos pastores y que se han multiplicado muchas falsas iglesias. No hay nada de extraño que sea esa la opción que te estén ofreciendo.

Documéntate bien; examina lo que te dicen y también lo que la doctrina de la Iglesia Católica enseña. Te recomiendo leer y meditar algunos de estos pasajes bíblicos: Jer 23, 32; 29, 8-9; Mt 7,15-23; 24, 23-25; 1Tim 4, 1-7; 2Tim 4, 2-4.

Aférrate fuertemente a la Palabra de Dios y a la oración.

(24) Deja que sea Dios, y no las embestidas o los coletazos de los sentimientos y situaciones humanas que estés atravesando, quienes decidan por ti. Muchos, como el rey Salomón (Cf. 1Re 11,4-13), se han apartado de Dios por unirse con personas de otros cultos y de otras religiones por situaciones de compromiso como el noviazgo, el matrimonio, un puesto de trabajo, para evitar dificultades o por asegurarse la estabilidad social.

Todas éstas son necesidades humanas legítimas; pero son también, para muchos cristianos, causa de tropiezo en su comunión con Dios si no abrimos bien los ojo El siervo Job es y será siempre un aviso y una señal que nos recuerda que también los cristianos pasan por la prueba de la escasez, del hambre, la enfermedad, la soledad; y que, nada de lo que en la vida nos falte nos debe hacer tropezar en la fe, nos debe hacer abandonar la Iglesia.

No podemos estar corriendo a un lugar de culto simplemente porque allí resuelven nuestras necesidades. Jesucristo enfrentó a muchos que iban tras Él no para recibir su palabra, sino por los milagros que hacía, o por la comida que les multiplicaba (cf. Jn 6,26-27). Los cristianos debemos mirar siempre hacia el horizonte humano sin olvidar que somos, sobre todo, ciudadanos del cielo y que, por lo tanto, nuestra mirada debemos mantenerla siempre dirigida hacia Dios (cf. Mt 6,25-34).

Sé paciente y abre bien los ojos. ¡Espera en el Señor!

(25) Busca ayuda con alguien de confianza que viva entregado en los caminos de Dios, y pídele un buen consejo. Hacerlo con dos o tres es mejor. Así dijo Jesucristo: “…con dos personas el testimonio es válido” (Jn 8,17). Si dos o más que no se hayan puesto de acuerdo te dicen lo mismo, eso es verdad, y puedes seguir dicho consejo. Pero abre bien los ojos, y asegúrate de que ese alguien te hable de parte de Dios, y no que sea justamente el lobo que para tratar de comerse a la Caperucita se vistió como su abuelita.

¿Quieres una señal para reconocer cuando alguien te habla de parte de Dios y no de parte del Diablo?

(26) Te pondrá a dudar de todo lo que te ha unido a Dios desde tus antepasados; y no con sólidas bases, sino con medias verdades, muchas de ellas inexistentes en la Biblia. Te dirá, por ejemplo, que sólo la Biblia basta, siendo que eso no sale en ninguna parte de la Biblia (Ver: GB, 91-93). Te inventará, falsamente, que María no es ninguna virgen o que las imágenes cristianas son demonios.

Se precavido (a) ante quien busca hacerte dudar de lo que no posees suficiente información. Levanta mucha sospecha que alguien te resuelva necesidades económicas o te saque de un vicio (cf. Lc 4,1-13; Rm 16, 17-18), y que la intención de toda esa ayuda es que reniegues del Bautismo y de la Iglesia Católica, y que vivas luego para enfrentarla.

Ten claro que todos los milagros son prodigios, pero que no todos los prodigios son milagros.

(27) Pueden haber falsos milagros, y de eso nos hace claras advertencias la Sagrada Escritura (cf. Mt 7, 15-23; 24,23-25; Mc 13,21-23; 2Te 2,1-17; 2Pe 2,1-17). Seducidos por el beneficio muchas almas no se dan cuenta del tropiezo. Acuda pronto a la oración y a la Palabra de Dios, y no a tus impulsos o a lo primero que se te cruce en el camino; sé prudente. Recuerda, que “todo acontece para bien de los que buscan a Dios con sincero corazón” (cf. Rm 8,28).

Las sombras humanas de la Iglesia no te separen del camino:

(28) Los errores propios y ajenos educan, y de ellos se aprende; no siempre son motivos para irse, son más bien muy buenas razones para permanecer, pues son una señal de que hay mucho por hacer en la Iglesia.

Al que se piensa ir porque en la Iglesia Católica todo lo ve mal, que no se haga el justo. Abra la Biblia y lea Ag 1, 3-11. Es un enorme anti testimonio y algo muy anti cristiano abandonar la Iglesia Católica por las grietas de sus paredes y los derrumbes de su techo, con la excusa de que las paredes y el techo de alguna otra congregación son supuéstamente perfectos y paradisíacos.

c. Pudiera suceder que la propia vida de quien piensa irse de la Iglesia Católica tenga su propio techo mucho más dañado que el techo de toda la Iglesia a la que con su dedo y su encendido verbo acusa de pecadora.

Honestidad con Cristo y consigo mismo. Evitar actuar por capricho personal:

(29) Pregúntate: “Oh Jesucristo, ¿dónde me pides estar y qué me pides hacer? ¿En qué te puedo servir?”

Cristo te está llamando para levantar la Iglesia en esa comunidad donde vives; para sanarla, reconstruirla, fortalecerla y cuidar en ella a los más frágiles y débiles en la f

Justo y honrado ante Dios es quien se queda a reconstruir una comunidad cristiana caída, y no quién viéndola caída, la abandona para buscar o fundar otra, prometiendo demagógicamente que esa sí va a ser santa y exenta de errores. Antes de ir a hacer eso, debe primero mirar su vida en un espejo.

“Quien esté sin pecado que lance la primera piedra” (Jn 8,7).

(30) Como ser humano muchas cosas te preocupan y te puede suceder alguna vez que la decepción o la desilusión afecten a un cristiano por causa del anti testimonio de algún hermano o de algún ministro de la Iglesia.

Seamos justos y objetivos al razonar: la Iglesia es obra de Dios en manos de hombres, y está compuesta por humanos; y, como tal, es de esperar que en sus miembros no todo sea perfecto. En los mismos Apóstoles, al comienzo de la Iglesia, los defectos abundaban, y aun así, Cristo los eligió y nunca los expulsó. Todavía más. En la iglesia o lugar de culto a donde cualquiera decida irse, las cosas no son diferentes; allí también son humanos y, como en toda familia, los problemas y los momentos difíciles también están a la orden del día.

A Dios no se le sirve en solitario, aislados;

(31) Se le sigue y se le ha de servir siempre en comunidad, con hermanos; y siempre donde hay humanos hay dificultades, sea donde sea que vayas, dentro y fuera de la Iglesia Católica.

No es, yéndote de la Iglesia, como los problemas van a desaparecer de tu vida o de la Iglesia; sería un paso en falso que estarías dando. No es, yéndose a la calle, como se repara una casa; es necesario estar dentro de ella para poder hacerlo.

Repite una y otra vez esta bella oración del salmista:

(32) “Tú conoces, oh Dios, mi torpeza, no se te ocultan mis ofensa ¡Que, por mí, no queden defraudados los que esperan en ti, Yahvé Sebaot! ¡Que, por mí, no queden confundidos los que te buscan, Dios de Israel! Pues por ti soporto el insulto, la vergüenza cubre mi semblante; a mis hermanos, resulto un extraño, un desconocido a los hijos de mi madre; pues el celo por tu Casa me devora, y si te insultan sufro el insulto” (Sal 69, 6-10).

Abre la Biblia y lee en Lc 22, 31-32. Verás que el mismo Jesucristo nos advirtió que seríamos zarandeados fuertemente en la fe por Satanás; y que, para que superar esas pruebas, debemos estar donde está Pedro, ya que a él le encomendó pastorearnos en esos momentos difíciles.

El Papa jamás está sol Él goza de la promesa que Jesucristo le hizo: “Yo oraré por ti, Pedro”.

(33) A él fue a quien Jesucristo le confió que se encargara de sostener en la fe a quienes son sacudidos dentro de la Iglesia (cf. Jn 21,15-17). Murió en Roma en el año 67 d. C.; pero detrás de él, de manera ininterrumpida, han llegado hasta nosotros sus sucesores legítimos para acompañarnos confirmando en la fe a las ovejas de Cristo de cada generación.

Protégete de los ídolos:

(34) Satanás seduce con los poderes y bienes de este mundo para evadir y quitar de la vista de los humanos los bienes del cielo: ¡Por lo que no se ve no se pregunta!

Muchos han quedado ya vendados, y corren precipitados con el afán de obtener sólo los bienes terrenales, el prestigio y el confort. Desaparece, de la vista, la preocupación por seguir fielmente los mandatos de Dios que son su mayor protección y su auxilio para vivir; y se pregona, falsamente, la idea de que sus mandatos y la Iglesia Católica son enemigos del bienestar y el progreso del ser humano. Pero, la mentira siempre sale a relucir, y el mentiroso al final queda al descubierto: los problemas en este mundo lejos de solucionarse se multiplican. Como dice la Palabra: “Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles” (Sal 127,1); o también: “todo el que no recoge conmigo desparrama” (Lc 11,23); o esta otra: “la piedra que desecharon los constructores era la piedra angular” (Mt 21,42).

Cúbrete de bendiciones obedeciendo los mandatos de Dios:

(35) El cristiano verdadero no toma los mandatos de Dios como un adorno para ponerlos en la pared de su casa, sino como un cinturón de seguridad para su vida cotidiana; sólo son útiles si se viven. Justamente, porque no son practicados, muchos los sienten incluso como un estorbo y una amenaza para su propia libertad y felicidad. El desprecio predomina casi siempre cuando de ellos se habla.

Una persona sabia sabe bien que para obtener los bienes terrenos debe primero comenzar por obtener los del cielo; que sin buscar primero el pan que baja del cielo no será seguro que pueda encontrar de manera estable el pan que brota de la tierra (cf. Jn 6,27). La desmedida obsesión por los bienes terrenales, ha oscurecido y ocultado a la vista de los hombres los verdaderos bienes que le otorgan alegría y paz perdurables: el servicio, el perdón, el conocer, seguir y anunciar a Jesucristo.

Asesoría e Información

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