Lo que a continuación leerás sobre la ansiedad, te ayudará directamente a superar la angustia.
Consejos:
a) Viva siempre el presente; porque, como dice en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2659): «El tiempo está en las manos del Padre; lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy: «¡Ojalá oyérais hoy su voz!: No endurezcáis vuestro corazón» (Sal 95, 7-8)». El pasado ya quedó atrás, y nada de él debe dañar el presente. Y ¿el futuro? Planifica y traza metas, pero sitúate en el «aquí» y el «ahora» (metas a corto plazo) de modo que nada (cosas del pasado, o ilusiones futuras) te distraiga de tener la mente y el corazón atento, en el paso que das y el paso que viene.
b) Anota en un cuaderno los roles que cumples en la vida diaria por muy pequeños que sean; esto te ayudará para que, cuando algo no se dé como lo planeaste, revises la lista y tengas presente las diversas opciones que te quedan.
c) Mantén pensamientos positivos junto con ejercicios de respiración; primordialmente, cuando te invada la angustia.
d) Come sano, has buena respiración todo el día, toma el sol y camina un promedio de ocho kilómetros diarios si tu salud te lo permite, o hasta donde puedas, y mejor si logras hacerlo sobre tierra o grama y con los pies desnudos. Eso permite que el exceso de carga de tu cuerpo se libere en la tierra, aliviando el estrés. Un buen día de playa, sería una excelente opción. Evita acudir a quienes suelen manipular estas sanas prácticas envolviendo a las personas hacia fines esotéricos que luego terminan enfermando de idolatría la fe.
e) Ora a Dios todos los días pidiendo sabiduría para estos momentos y para ser capaz de controlar las emociones. Al principio será difícil pero la constancia lo hará lograr.
Para compartir:
1.- Establezca la actitud y respuesta inmediata que vas a poner en práctica para reaccionar positivamente a los momentos que te asalten a la mente los pensamientos que te conducen a la angustia
2.- Organice un plan de actividades semanales que te ayuden a quitar el estrés, a mejorar tu serenidad y fortalecer tu confianza absoluta en Dios.
Autor:
Pbro. Héctor Pernía, mfc