La Sagrada Escritura nos muestra cómo manejar todas las tensiones que enfrentamos ante el sufrimiento; son muchas las dificultades que encontramos en la vida. Muchos problemas nacen de uno mismo y de la oposición con otras personas; a veces se convierten en una tortura.
En efecto, hay que ser un poco sordo ante el coro de desalientos que nos roba nuestras mejores fuerzas y descubrir el no saber escuchar mensajes como: Eso no se puede. Eso no funciona. Bájate de esa nube…’
Muchas veces los mismos obstáculos nos ayudan a salir de los problemas, recordemos que los papagayos vuelan en contra del viento, de manera que el tiempo y la energía que gastamos en vengarnos lo podríamos emplear en construir nuestra historia personal.
Entonces las dificultades pueden ayudar y a la vez ser aprovechadas. Ellas brindan una cantidad de ventajas. Jesucristo nos da testimonio al respecto, porque toda su admiración viene por la cruz; ante la crucifixión, su situación de suplicio para los demás desarma nuestros esquemas. Su suplicio nos llena de victoria, esto tiene tanto poder, porque contiene su propio poder, Él es dueño de su poder: Se compadece de todos, porque todo lo puede.
Nadie manifiesta tanta grandeza como aquel que tiene tanta misericordia, es cuando aparece más fuerte que el demonio, que el odio y los insultos. Le anuncia el paraíso al ladrón (Cf. Lc 23, 43) cuando todo lo que recibía era odio, por ello, nos preguntamos:
¿Cómo Jesús teniendo tantas Palabras de dulzura y esperanza…recibía tanta amargura?
Es que, la fuente de su dulzura está dentro de Él, es un gigante; sin ser un comerciante de dulzura, da perdón y esperanza porque la fuente está en Él.
San Pablo afirma que se enorgullece de Jesucristo crucificado (cf. Ga 6, 14) porque la fuente está dentro de Él; y cuanto más grande aparece la oposición exterior a Él, más aparece la fuente que hay en Él. Preguntémonos:
¿Por qué la oposición de otras personas, la enemistad… nos destruye tanto?
Es natural que esto produzca frustración, pero, ¿esa dificultad tiene la última palabra?, muchas veces nos decimos: «Le caigo mal a la gente, debe haber algo más que hacer, y debe haber alguien que nos diga qué debemos hacer». Necesitamos un camino para salir de ese estado de cosas: “No temáis la afrenta de los hombres, no desmayeis por su oprobios, la polilla que roe” (Is. 51, 7-8) y nos recuerda Jeremías: “Maldito quien confía en el hombre y busca apartarse…” (Jr 17, 7-8).
También hay un detalle interesantísimo en el pasaje de Jn 2, 25: «Cuanto más grande es la ilusión más grande es la decepción».
Quien no se ilusiona no se desilusiona, y es el tipo de amor que Jesús practicó, el que ama sin ilusiones ama sin expectativas, por consiguiente, es importante unir bien el amor y la verdad; deben ir unidos y no hacer daño. ¿Qué le pasa al amor sin verdad? es ilusión y mañana será una desilusión que despierta al odio.
“No hay amor más grande…” (Jn 15, 13-17). Amar sin verdad no funciona, porque la razón va detrás de la verdad. Pedro hace una denuncia… (cf. Hch 2, 36-41) por eso Cristo nos propone la santa revancha, Él nos traspasa el corazón por su amor y nosotros con odio, ese es el desquite del amor de Cristo.
Para Compartir:
1.- ¿Has descubierto cómo Jesucristo vencía las desilusiones? (Jn 2, 25)
2.- ¿Puedes lograr ver como las contradicciones e indiferencias no tienen la última palabra?
Autor
P. Luis Ortega, mfc
