Es lo que habitualmente ofrece la apologética convencional: argumentos para responder a objeciones provenientes de personas adversas a la fe católica. Pero, ¿es suficiente?¡No lo es!
Este punto lo hemos tratado en otras publicaciones, donde presentamos cuatro frentes de atención que deben ocupar a todo apologeta: el pecado, la ignorancia, la vulnerabilidad y la asocialidad.
¿No hace falta entonces la doctrina?
¡No se está diciendo eso! ¡Atentos! La Sana Doctrina es necesaria; pero, si se limita la apologética católica sólo a la Doctrina, ¿en qué se diferencia de algunas sectas como los Testigos de Jehová que solo reparten doctrina? Esa organización atrae gente sólo repartiendo doctrina. El bien, cuando lo hacen, es bajo condición exclusiva de que luego tienen que recibir la doctrina de ellos. No hacen otra cosa sino adoctrinar. No tienen en ningún país ninguna obra social caritativa.
La apologética católica no puede reducirse a algo semejante.
Sería suficiente si las personas fuesen algo así como una computadora, un teléfono móvil, un mero procesador de datos. Pero, las personas son mucho más que eso: tienen necesidades, inteligencia, voluntad; y también, fragilidad. Tienen alma y es lo primero que el maligno intenta ensuciar a través del pecado.
Allí donde la fe está en peligro y es amenazada, debe pararse al frente el defensor de la fe como un buen pastor, vigilante, atento de cuidar cada una de las ovejas del rebaño; como Cristo que “da la vida por las ovejas” (Jn 10, 11). Dice el Señor que no les da solamente agua, pasto, o establo. Les da lo que ellas necesiten; incluso, salir en defensa de ellas a espantar los lobos que las amenazan. También, el defensor de la fe, sana a las personas allí donde se hayan golpeadas en la fe: las sana del pecado, las protege en los momentos difíciles y las enseña a permanecer siempre en el rebaño, entre hermanos en la fe; para que estén más seguras y protegidas.
¿De qué manera puede, el defensor de la fe, brindar protección en la fe a las personas en los momentos más críticos y frágiles?
La mejor labor es la respuesta que les proporcione ayuda a mediano y largo plazo – no la de momento – y aquella que no dependa directamente del apologeta o de la persona responsable de la caridad en una parroquia.
Con más exactitud, la mejor labor apologética para proveer la caridad es la de crear Pequeñas Comunidades Cristianas, aprendiendo y enseñando a formar comunidades congregando a todos los bautizados muy cerca de su casa y en comunión con la parroquia que les corresponda; porque, entre hermanos en la fe, es más posible la caridad fraterna que estando los bautizados aislados, atomizados, independientes unos de otros; ya que ellos se convierten en copartícipes y auxiliares de sus más cercanos, porque se dan cuenta más rápido de las necesidades y de las posibilidades, incluso, que un gran edificio de Cáritas construido justo al lado de la Casa Parroquial.
Para compartir:
1.- ¿Puede hablarse de conversión apologética, dejar atrás la SOLA DOCTRINA para atender de modo pastoral e integral a las personas amenazadas en la fe?
2.- En caso de que te guste la apologética, ¿Qué respondes al llamado a conversión que se te hace en esta publicación?
Autor:
Pbro. Héctor Pernía, mfc
