La acción pastoral de Cristo tiene como fundamento al ser humano. De ahí que la razón de ser de nuestra vida sea redescubrir el sentido de la existencia mediante el amor a Dios con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro ser. (cf. Mt 22, 37; cf. Lc 10, 27).
Nuestra existencia debe encontrar en el Señor el propósito y sentido de lo que hacemos, por ello ante la angustia:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 35-39).
Por ello el verdadero propósito de nuestra existencia y el principio rector como sociedad está en amar radicalmente a Dios y en reconocerlo como el único Señor de nuestras vidas.
El sentido de nuestra existencia nos lo da el Señor al recordarnos: “Escucha, Israel, Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh” (Dt 6, 4), un solo Dios es realmente quien da el sentido de la vida, es la profesión de fe que hacemos al Señor de amar con todas nuestras fuerzas y todo nuestro ser, es el mandamiento dado para nuestra salud.
Ese amor que encontramos, un amor sólido, que no debe ocupar otro lugar con otros dioses que no son los verdaderos. Sería bueno preguntarnos ¿quién ocupa el lugar de Dios? por ello el Señor nos recuerda que hay una ganancia, y es dado para nuestra salud, es como quien dice ‘debemos tomar sol, porque nos ayuda en la vida física y emocional y por eso ya ganas tú y no el sol’, ganamos nosotros cuando amamos a Dios.
Por tanto, el principio más sólido para saber vivir esta vida es siempre reconocer este mandamiento del amor, el mandamiento que tiene plena vigencia en nuestras vidas, amar a Dios con todo nuestro ser. Dios nos invita a vivir esa existencia desde que nos da el sentido de lo que somos, el principio rector de la sociedad, y nos da como propósito de la existencia el reconocimiento del amor del Señor que nos ayuda a reconocer y a descubrir la unidad interior, la unidad social y el verdadero sentido y con ello un camino de plenitud como personas y como comunidad humana en el que se gana al escuchar, redescubrir, oír, ese mandamiento de amar a Dios con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro ser, esto da sentido a nuestra vida.
Para compartir:
1.- ¿En qué contexto el Señor nos habla del mandamiento de amar con todas nuestras fuerzas?
2.- ¿Qué obstáculos se presentan para comprender el sentido de la vida a partir de la afirmación de Dt 6, 4 sobre la unicidad de Yahveh?
Autor:
Pbro. Luis Ortega, mfc