(Diálogo inspirado en el encuentro
entre el Etíope y Felipe en Hch 8, 26-40)
FELIPE: Es una gran necesidad que oremos por nuestros difuntos y no cedamos a las insidias de Satanás que ha hecho pensar a muchos que esto está prohibido en la Biblia.
EN LA BIBLIA: San Pablo nos abre el camino dándonos ejemplo de orar por los difuntos. Veamos: “Que el Señor tenga piedad de la familia de Onesíforo, porque a menudo me dio ánimo y no se avergonzó cuando supo que estaba en prisión. Al contrario, dio pruebas de valentía, me reclamó y me recuperó. Que el Señor le conceda hallar la misericordia del Señor aquel día; tú sabes mejor que yo todos los servicios que me prestó en Éfeso” (2Tim 1,16-18). Las oraciones para acabar de limpiarse del pecado no son necesitadas por los que ya están en el cielo y estas oraciones tampoco pueden ayudar a los que ya están en el infierno. Esto significa que algunas personas pueden estar en un tercer lugar o estado que los católicos llamamos PURGATORIO, al menos temporalmente mientras nuestras oraciones les son útiles.
No existe en las Escrituras un pasaje que prohíba la oración por los difuntos. Todo lo contrario, los cristianos católicos mantenemos fielmente los textos sagrados que usaban los primeros cristianos y a eso se debe que tengamos en la Biblia el libro de 2Mac donde en el cap. 12, 42-46 se nos dice que los judíos oraron por sus compañeros muertos para que fueran liberados del pecado y Judas Macabeo mandó hacer por ellos un sacrificio expiatorio para que fueran liberados del pecado. Es obvio que muchos de nuestros hermanos esperados se opongan a este acto de piedad ya que le han retirado este libro a la Biblia, tal como lo hemos explicado en el TEMA 3 de la Guía Bíblica.
Mt 12,32 deja entrever con claridad que sí hay pecados que se pueden perdonar en la otra vida, menos aquellos que hayan sido cometidos en contra el Espíritu Santo. Veamos también lo que está escrito en 1Cor 3,13-15: “Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste al fuego, serás premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará, pero como a través del fuego.” Este daño o pena no se puede referir a la condena en el infierno ya que nadie se salva de allí, y no puede significar el cielo ya que no hay sufrimiento allí, no hay fuego. Sólo la doctrina del Purgatorio explica este pasaje”[1].
LOS PRIMEROS CRISTIANOS: Los primeros cristianos también oraban por los difuntos. Tertuliano (160 – 222 d. C.) dijo: “Cada día hacemos oraciones por los difuntos”[2]. Leamos también esta inscripción encontrada en una de las tumbas de los cementerios de los primeros cristianos: “Oh, Señor, que estás sentado a la derecha de nuestro Padre, colocad entre vuestros santos el alma de Nectario, Expectato, Alejandro y Pompeyo, que el Señor os proporcione algún alivio”. San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla (344-407 d. C.) dice: “No en vano los Apóstoles introdujeron la conmemoración de los difuntos en la celebración de los Sagrados Misterios. Sabían ellos que esas almas sacan de ella gran provecho y utilidad”[3]
DEMOSTRACIÓN DE COMUNIÓN Y SOLIDARIDAD: Que daño tan grande el que se hace a las personas al decirle que ya de nada sirve que le hagan misas y rosarios a sus familiares fallecidos; dejar esas pobres almas abandonadas y solas ante las insidias y tentaciones de Satanás que les diría: “¿Te diste cuenta?, ni siquiera hacen oración por ti, ni piden a su Dios que te perdone tus pecados. Te dejaron aquí solo en este tormento que sientes. ¿Dónde está Dios que no está contigo aquí? Dios te abandonó a causa de tus pecados y ya no hay oportunidad para ti. Viste como nadie te ama, nadie te quiere; ni tus padres, ni tus hermanos quieren orar por tu salvación. Se reúnen para hacer rosarios y la mayoría no entra porque no quieren orar por ti, eso les aburre. Ja ja ja ja, ¡Hasta toman aguardiente y se emborrachan mientras llevan tu cuerpo al cementerio! Deben estar convencidos que ya nada se puede hacer. Cada uno está ocupado e interesado de lo suyo nada más. Todos eran unos mentirosos. Eres tan pecador que ya no tienes oportunidad de salvarte, me perteneces, eres mío. Ja, Ja, Ja.”. Y así, en maneras como ésta, Satanás les bloquea la mente, los convence de no invocar a Dios, de no buscar su misericordia infinita.
ETÍOPE: ¿Qué pasa con nuestros familiares o amigos difuntos cuando hacemos oración por ellos?
FELIPE: Cuando los familiares y los amigos emprenden y permanecen en la oración por ellos, las almas de los difuntos se van dando cuenta de la esperanza de la Salvación, ven abierta una puerta hacia Dios misericordioso y se unen a las plegarias de sus seres amados. Ellos sienten el amor y la compañía de todos los suyos y logran verlos y contemplarlos, aunque a ellos no se les pueda observar ni tocar. No se sienten solos ante las insidias de Satanás que quiere confundirles para arrastrarlos a no invocar a Dios y no reconocer y arrepentirse de sus pecados, a no pedir su salvación. Para quien se arrepiente de corazón y con sinceridad e invoca la Salvación y el perdón de Dios, la misericordia divina nunca le cerrará sus puertas.
Por la oración por los difuntos los cristianos tenemos en nuestro CREDO la “COMUNIÓN DE LOS SANTOS”: los hijos de la iglesia peregrinante, purgante y triunfante no nos dividimos ni nos olvidamos. Estamos en continua oración de comunión orando los unos por los otros; pues la vida en Dios no termina sino que se transforma[4].
[1] Cf. P. DIDIER, Catequesis Virtual Jesús Dice Hoy, El Purgatorio.
[2] De Corona Milites, c, 4.
[3] Homilía tercera, En Filipo, n.4
[4] Cfr. CIC 954, 958.
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