Apologética en la Liturgia de la Palabra
Miércoles, XII Semana del Tiempo Ordinario.
Lecturas del día: 2Re 22, 8–13; 23, 1–3; Sal 118, 33–37. 40; Mt 7, 15–20
Comentario:
El Señor, en el evangelio de hoy nos pide dar buenos frutos para pertenecer al Reino de Dios. ¿Pero, tales frutos, se refieren a qué? ¿Acaso a pertenecer a determinada denominación, o más aún, pertenecer, sin más, a la Iglesia que Cristo fundó?
Que ningún miembro de secta protestante alguna se fíe de ser salvo por haberse “separado” de la Iglesia Católica, por saberse ciertos o abundantes pasajes de la Biblia, o por aferrarse a leyes religiosas que solo pertenecían a los judíos y no a los cristianos, como el Diezmo obligatorio, guardar el sábado o abstenerse de comer los alimentos que a los antiguos se les había prohibido.
Tampoco se fíe el católico de que, solo por asistir a Misa, rezar el Rosario y cumplir con determinadas obligaciones o preceptos, tiene ya su salvación asegurada.
Todos, sin distinción, seremos examinados en la caridad; y, de nuestro amor al prójimo, será examinada y confirmada la veracidad de nuestro amor a Dios. El capítulo 25 del evangelio de Mateo, del 31 al 44, nos da a conocer en qué seremos evaluados y calificados como dignos de gozar la Vida eterna.
Causa tristeza ver cómo se pierden y extravían muchas almas que le dan excesiva preponderancia a restos de la Antigua Alianza, subestimando e ignorando la nueva. Actúan, tal cual, como los cristianos judaizantes de Antioquía de los cuales se hace mención en el capítulo 15 de Hechos de los Apóstoles, quienes pretendían imponer como obligatorio para los cristianos la ley antigua de la Circuncisión, que si bien era necesaria en el Antiguo Testamento, y de carácter perpetuo (cf. Gn 17, 13), no pasó a la nueva Alianza, porque fue sustituida por el Bautismo.
Es un error que les distancia de Cristo, tal como lo dice san Pablo en Ga 5, 3-4, porque los aparta de la Gracia, por andar creyendo que su Salvación va a depender de tales preceptos. Por su fundamentalismo, imponen como vigentes y ponen en grado de primacía las leyes derogadas; siendo que toda la Ley y los Profetas quedaron contenidos y resumidos en dos Mandatos, que sí son fundamentales para la Salvación. Así lo dijo nuestro Señor Jesucristo en Mt 22, 37-40:
«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»
La cerrazón anti católica de la mayoría de los miembros de los grupos protestantes les ciega y los hace reacios hacia el Papa, el Sacerdocio católico y los Sacramentos, por andar creyendo los engaños de quienes les convencieron de que eran inventos de hombres que no venían de Cristo. Solo podrán liberarse de ese velo de engaño cuando se instruyan y profundicen su fe más allá del cerco mental que les imponen sus dirigentes.
Para compartir:
1.- ¿Qué es lo primordial que todo cristiano debe vivir y practicar para obtener la Vida eterna?
2.- ¿Qué consecuencias produce en los grupos protestantes, el amarrarse a leyes de la antigua Alianza, que no están vigentes en la Nueva?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc