Apologética en la Liturgia de la Palabra
Lunes, XII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Gn 12, 1–9; Sal 32, 12–13. 18–20. 22; Mt 7, 1–5
Comentario:
¡Tan rápidos para hablar mal del hermano, y tan difícil para aceptar una corrección!
De esto está minado el terreno entre el protestantismo y los católicos, entre hermanos de un mismo hogar, de una misma comunidad cristiana. Nos hace falta a todos meditar cada una de estas palabras de nuestro Señor Jesucristo:
«No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: «Deja que te saque la brizna del ojo», teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (Mt 7, 1-5).
Esta sentencia de nuestro Señor es una espada cortante que advierte a quienes toman por oficio destruir a otros públicamente sin tener pruebas de lo que dicen y sin respetar a esperar un justo proceso de justicia mediante los órganos competentes, que proteja la integridad de la persona en casos de calumnias y difamación.
Ayudaría a todos por igual en la sociedad – a católicos y no católicos, – si respetáramos la sencilla regla de la prudencia; y, por la misma caridad que a todos nos obliga, ninguno se creería con el derecho de destruir y acusar a otro, de lo que sea, solo porque escuchó que alguien lo dijo o lo leyó en alguna parte.
De los católicos hacia los hermanos de los grupos protestantes y las ideologías de turno:
Antes de hablar sobre ellos, es necesario conocer realmente sus orígenes, sus doctrinas, su funcionamiento y organización. Por ejemplo: años atrás yo creía que los Testigos de Jehová cobraban diezmos a sus miembros, o que le pagaban a los que salían a las calles o lugares públicos a visitar casas o repartir material proselitista. Después aprendí que todo entre ellos funciona por contribuciones voluntarias, pero, realmente, obligatorias, en dinero o tiempo, establecidas de modo impositivo e inapelable por el Cuerpo Gobernante que los dirige desde Estados Unidos.
De los no católicos hacia los católicos:
Se superarían muchísimos ataques y calumnias hacia la Iglesia Católica si, dentro y fuera de ella, cada uno se tomase el tiempo para ir a conocer, a fondo, sus documentos doctrinales; muy especialmente, el Catecismo de la Iglesia Católica. Seguro diría avergonzado: “¡Qué ignorante he sido, y tanto daño que he ocasionado!”.
Para compartir:
1.- ¿Cómo ayudaría en la unidad de los cristianos si católicos y no católicos se conocieran sin prejuicios?
2.- ¿Qué responsabilidades adquiere quien daña la imagen de una persona, de una organización, y, especialmente, de la Iglesia que Cristo fundó?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc