Apologética en la Liturgia de la Palabra
¡O SE ES MÁRTIR, O NO SE ES CRISTIANO!
Martes, XVI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Santiago Apóstol, fiesta.
Lecturas del día: Hch 4, 33; 5, 12. 27-33; 12, 2 o bien, 2Co 4, 7–15; Sal 125, 1-6; Mt 20, 20–28
Comentario:
¡Alerta con falsos “cristos”!
Con sectas como “Pare de sufrir”, “Asambleas de Dios”, y muchas otras de derivación “Pentecostal” vinculadas al llamado “evangelio de la prosperidad”, el Diablo ronda al acecho de los cristianos para que huyan de la cruz y crean que, como ya Cristo padeció y sufrió por nosotros en la cruz; entonces, a nosotros nos espera solamente gozar de la abundancia que Dios tiene prometida a sus hijos, sin que nos toquen tribulaciones, ni sufrimientos.
El evangelio y la solemnidad de hoy, dedicada a la memoria del apóstol Santiago (el hermano de Juan evangelista), nos pone de frente con el camino que debe recorrer todo el que quiera alcanzar la gloria yendo tras los pasos de Jesucristo.
Salomé, la madre de Santiago y Juan, le pide a Jesús: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino» (Mt 20, 21).
Ella actúa tal como hoy creen y entienden el cristianismo muchísimas sectas. Pero, ¿qué le contesta el Señor? «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» (Mt 20, 22) Embotada la mente en lo que quería para sus hijos, no caía en cuenta la advertencia que Jesús le hizo, y respondió: «Sí, podemos» (Mt 20, 22). Para sacudirles la venda que les impedía razonar y entender, los confrontó diciendo: “Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre» (Mt 20, 23).
Los amantes del dinero, del poder y el placer, se brincan y burlan del camino de la cruz, como senda a transitar para seguir y estar con Cristo (cf. Lc 16, 14). No soportan el sacrificio y el sufrimiento por hacer el bien y se fabrican un Jesucristo acomodado a su codicia y a su egocentrismo; en otras palabras, se fabrican su propio becerro de oro y repiten el mismo acto de rebelión de los israelitas en el desierto (cf. Ex 32).
El cristiano va en otra dirección:
Como dijo San Pablo: “Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2Co 4, 10).
El martirio es irrenunciable en todo hijo de Dios; y se vive en dos maneras:
“Morir de la mano de los perseguidores, es el martirio en acto, en su forma visible; soportar los insultos, amando al que nos odia, es el martirio en el espíritu, en su forma escondida. (…) Dos tipos de martirio, el uno escondido, el otro público” (1).
El escondido, es el martirio cotidiano de la muerte a la propia voluntad para que se haga en nosotros la voluntad de Dios; y, nos prepara, por si nos tocase vivir el público: renunciar a la misma vida con tal de estar para siempre con Cristo.
Fuente:
(1) Documento en línea: Gregorio Magno, papa; “Sobre los Evangelios: Dos tipos de martirio”, Homilía 35. [deiverbum.org/07-25_solemnidad_santiago-el-mayor-apostol_homilias/]
Para compartir:
1.- ¿Ves tu vida reflejada en el martirio cristiano de los discípulos de Cristo?
2.- ¿Qué final le espera a quien pretenda ser de Cristo eludiendo la cruz en su fe?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc