Apologética en la Liturgia de la Palabra
¡A LOS DIFUNTOS, DALES DESCANSO!
Sábado, XIV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
San Buenaventura, obispo y doctor (1221-1274).
Lecturas del día: Gn 49, 29-32; 50, 15-26; Sal 104, 1-4. 6-7; Mt 10, 24–33.
Comentario:
La primera lectura está tomada del libro del Génesis y es de gran utilidad educativa para evangelizar la desviada costumbre actual de muchas personas estar profanando huesos de difuntos, o de despreciar y tildar de idolatría la práctica católica de la devoción a las Reliquias de los Santos.
Veneración y respeto a las reliquias de siervos de Dios
José pide que al salir de Egipto lleven sus huesos hacia la tierra prometida (cf. Gn 50, 25), y Moisés los llevó y en Siquem les dio honrosa sepultura (cf. Jos 24, 32). Vemos en Ex 13, 19 a Moisés dando honra, reverencia y respeto hacia los huesos de José.
Veamos más ejemplos:
▪ Un hombre asesinado hace contacto con los huesos del profeta Eliseo e inmediatamente revivió y se puso de pie (cf. 2Re 13, 20-21).
▪ El Arca llevaba dentro las reliquias más sagradas para los israelitas: las tablas de la ley, la vara de Aarón y un vaso de oro con el maná (cf. Hb 9, 4).
▪ Con los pañuelos y la ropa de Pablo ocurrían milagros; eran llevados a los enfermos y al tocarlos se sanaban (cf. Hch 19, 11-12).
La profanación de restos de difuntos:
Unos, porque extraen huesos de los difuntos y los tienen en casa; y otros, porque no le dan cristiana sepultura a sus restos, sino que guardan en casa sus cenizas o las esparcen en ríos, en algún bosque o en el mar. La mayoría lo hace por la vanidad de ir con la corriente de las modas, o por un rito o compromiso de hechicería.
La voluntad de Dios es que a todo difunto se le dé descanso; y, si eso es lo que pide, es porque eso es lo que todo ellos necesitan:
“Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te toca hoy. Cuando un muerto reposa, deja en paz su memoria, consuélate de él, porque su espíritu ha partido” (Eclo 38, 22-23).
Esto es lo que nos enseña hoy la primera lectura. Jacob pide a su familia respeto por sus restos cuando él muera y les compromete a que le den honrosa sepultura:
”Después les dio estas instrucciones: –Cuando me reúna con los míos, entiérrenme con mis padres, en la cueva que hay en el campo de Efrón el hitita, o sea, en la cueva que está en el campo de Macpelá, frente a Mambré, en el país de Canaán, el campo que Abraham compró a Efrón el hitita como lugar de su propiedad para sepulturas. Allí fue sepultado Abraham y su esposa Sara. Allí también fue sepultado Isaac y su esposa Rebeca, y allí sepulté yo a Lía. Dicho campo y la cueva que hay en él fueron comprados a los hititas. Cuando Jacob hubo terminado de dar estas instrucciones a sus hijos, recogió sus pies en la cama y expiró, y fue a reunirse con sus antepasados” (Gn 49, 29-33).
Para compartir:
1.- ¿Qué clase de trato le das a los restos de tus difuntos?
2.- ¿Qué otros pasajes de la Sagrada Escritura pueden ayudar para orientar y evangelizar en este tema?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc