Apologética en la Liturgia de la Palabra
¿CÓMO RECONOCER A UN MINISTRO DE CRISTO?
Martes, XIV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
San Benito Abad, patrono de Europa.
Lecturas del día: Gn 32, 22–32; Sal 16, 1-3. 6-8. 15; Mt 9, 32–38.
Comentario:
En el Evangelio leemos lo que Jesús dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha” (Mt 9, 37-38).
La inocencia de muchas personas los lleva a caer fácilmente en los que aprenden el arte de impresionar, manejar hábilmente la retórica, lanzar anzuelos sobre la enorme necesidad de Dios que mucha gente siente. No pocos, seducidos por la facilidad de hacer dinero, toman el camino de ser pastores sólo con esa expresa finalidad.
En este texto del Evangelio Cristo nos dice que “pastores” son aquellos que Él mismo envía. Por lo tanto, aquellos que lo hacen por su cuenta no son sus pastores, aunque se presenten diciendo serlo.
Ese mismo pasaje bíblico nos lanza otra pista para descubrir la Iglesia donde se encuentran los verdaderos pastores. Dice Jesús: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores pocos” (Mt 9, 37).
Estadísticamente esta clave nos lleva de modo directo a la Iglesia Católica. En esta Iglesia es donde abundan, en todas partes, sacerdotes que tienen que atender, ellos solos, parroquias de sesenta mil, cien mil, o más personas. Un solo sacerdote para recorrer infinidad de caseríos. Dígase algo semejante de la escasez de catequistas, misioneros, evangelizadores. La vida misionera me ha llevado a Diócesis que tienen muchísimas parroquias sin párroco, y no pocos párrocos que deben atender ellos solos dos o tres parroquias de enorme extensión territorial.
En el protestantismo, en cambio, lo más común es de a un «pastor» por solo quince, veinte o treinta personas. Las estadísticas hablan solas. Allí, donde los dirigentes no son pastores, ellos abundan a tal punto, que es fácil encontrar en uno sólo de los sitios donde se congregan, hasta cuatro o cinco candidatos, o más, que están allí ya con el objetivo de lanzarse a ser pastores.
Por lo tanto, creo que no hace falta mayores comentarios para que cada uno sepa a quién debe llamar pastor y a quién no, quiénes merecen que se les llame de tal modo y quiénes son meros usurpadores de un ministerio al que Cristo nunca los llamó. No faltará quien objete señalando que hay pastores protestantes que tienen miles de miembros en su congregación. Le responderé con sus propias palabras: “Son miembros de su congregación”; son de su pertenencia. El que dice ser pastor, es casi siempre el dueño y propietario del lugar donde se congregan. En cambio, en la Iglesia de Cristo, ningún feligrés le pertenece a ningún pastor; y, de hecho, los atiende por un tiempo, y luego viene otro y le releva.
¿Dónde abundan ellos? Allí donde difícilmente llega la información, los medios de comunicación, y la predicación previsora y segura de los verdaderos pastores. La tierra de cultivo del protestantismo, la brujería y el secularismo, es la desinformación de la población.
Para compartir:
1-. ¿Qué señales se notan en un falso pastor para descubrir que Cristo no le llamó a ese ministerio?
2-. ¿Qué podrías aportar, en concreto, para ayudar a que la gente no caiga en manos de falsos pastores?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc