Apologética en la Liturgia de la Palabra
¿DIOS SE OLVIDÓ DE TI?
Lunes, XIV Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Gn 28, 10–22; Sal 90, 1–4. 14–15; Mt 9, 18–26.
Comentario:
La apologética va unida a la caridad; y, sin ella, se hace anticatólica. No pocos sucumben, por agobios y tribulaciones, sea dentro o fuera de la Iglesia Católica. En el protestantismo son muy frecuentes estas situaciones; muchos de ellos van de una congregación a otra, buscando a ver dónde les va mejor. ¡De pasar por una prueba en la fe, nadie está exento!
Hoy la palabra de Dios es medicina para levantar y poner a andar a quien se encuentre o se sienta que no puede más con las dificultades que sufre.
Jacob, que vivía teniéndolo todo, sufrió de soledad, padeció hambre, y tuvo que huir porque Esaú, su propio hermano de sangre, le perseguía. Y, donde más abatido se sentía, allí le llegó la consoladora manifestación de Dios en la que le renueva y revela las promesas que tiene para él, le muestra la tierra que va a poseer y le hace ver la numerosa descendencia que va a tener.
En el Evangelio, Mateo nos descubre la sensibilidad que tiene nuestro Señor Jesucristo por los que sufren, y que sólo necesita que tengamos verdadera fe, para que Él pueda actuar y socorrer. Jesús resucita a la hija de Jairo (cf. Mc 5, 22) y sana a una mujer que padecía de un persistente flujo de sangre.
En momentos así, ÉL está dispuesto a decirnos:
“Pues a mí se acogió, lo libraré, lo protegeré, pues mi Nombre conoció. Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él, lo salvaré, le rendiré honores” (Sal 90, 14-15).
Es muy importante reiterar que nuestras demandas deben ir siempre de la mano con la fe, con la docilidad y obediencia incondicional a la voluntad de Dios. En no pocos casos, esta docilidad a Dios deberá pasar por la fidelidad a la Iglesia madre, la humildad en reconocer los errores cometidos y en volver a la fe y a la Iglesia verdadera. ¿Por qué? Para alcanzar el descanso y la liberación plena de las cargas que se llevan en el alma, recibiendo el ungüento medicinal de la Gracia en los santos Sacramentos.
Para compartir:
1.- ¿Te ha pasado alguna vez, que tu fe flaqueó y tambaleó? ¿Cómo saliste de ese momento difícil?
2.- ¿Crees que es casualidad lo que se vive en ese momento, o es parte de la poda que todo árbol recibe de parte de Dios?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc