Apologética en la Liturgia de la Palabra
CATÓLICOS, JUDÍOS Y MUSULMANES
Miércoles, XIII Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo A
Lecturas del día: Gn 21, 5. 8-20; Sal 33, 7-8. 10-13; Mt 8, 28-34.
Comentario:
Hoy la palabra de Dios nos habla de dos personajes sumamente importantes para entender el por qué existen los judíos, los cristianos y los musulmanes; y, por qué, estas tres religiones que tienen tantos nexos en común, no se unen en una sola. Esos dos personajes son Isaac e Ismael. De ellos dice en la primera lectura:
«Despide a esa criada y a su hijo, pues no va a heredar el hijo de esa criada juntamente con mi hijo, con Isaac. Abrahán lo sintió muchísimo, por tratarse de su hijo” (Gn 21, 10-11).
Con el pesar del dolor de Abrahán – porque los amaba entrañablemente – Dios le ordenó que despidiera a su esclava Agar y a su hijo Ismael, consolando tanto a Abrahán como a Agar de que, también, de Ismael, formaría una gran nación (cf. Gn 21, 5. 8-20).
Lo importante a reconocer es que Dios pensó igual que Sara en torno a que Ismael no podía compartir con Isaac la herencia de la Promesa hecha a Abrahán, de fundar a partir de sus entrañas el pueblo de la Salvación, el pueblo elegido para habitar en la tierra. Igualmente, el sentimiento de Dios hacia Ismael y su madre Agar, la esclava, coincide con el de Abrahán: Aunque no le correspondió a Ismael ser el heredero de Abrahán, Dios le concedió el consuelo de que también nacería de él otro pueblo inmenso.
Cristianos y Musulmanes
Ambas mujeres (Sara y Agar) y sus respectivos hijos (Isaac e Ismael) representan, según lo reveló el Señor a través de San Pablo en su carta a los Gálatas (4, 22-31), una alegoría profética: el primero, representó y fue figura de la nueva Alianza, del pueblo nacido del Mesías Salvador y las Columnas de sus 12 apóstoles, correspondiente el pueblo de los bautizados en Cristo, a la Iglesia Católica. El segundo hijo, Ismael, el hijo de la esclava Agar, representó a la Antigua Alianza, y es figura de un pueblo aparte que con resentimiento, como fue desde un comienzo, disputa con Isaac, figura de Cristo (cf. Gn 22, 1-18) ser el hijo de Abrahán. En ese particular confluyen, judíos y musulmanes, respecto a Cristo y los cristianos. El pueblo de Ismael es un «hermano» que no quiere la reconciliación con el pueblo proveniente de Isaac, a pesar de que Isaac lo ama y acepta.
¿Y el pueblo judío?
Pertenecen a la descendencia de Isaac. Les correspondía esperar, preparar y acoger la venida redentora del Hijo de Dios; a quien una parte no lo aceptó, le cerró su corazón, lo llevó a la crucifixión y persiguió a muerte al nuevo pueblo de Israel, nacido de entre los Doce Apóstoles. Dice san Pablo que Dios así lo permitió para hacer que, primero, el Evangelio fuera proclamado y abrazara a todas las naciones (cf. Mt 24, 14), y luego sí, los judíos, le abrirán su corazón a Cristo (cf. Rm 11, 25-26).
Isaac e Ismael son como dos afluentes o ríos nacidos desde Abrahán, uno de su esposa Sara, y el otro, desde su esclava Agar, desde donde se originan la descendencia de tres grandes religiones que hoy habitan el planeta: judíos, cristianos y musulmanes.
Todo católico, judío y musulmán debe tener presente y reconocer que los miembros de estas tres religiones son hermanos, que aunque no podían compartir la misma herencia, deben amarse y como Dios y Abrahán amaron a Isaac y a Ismael; los judíos, deben aceptar a Cristo, uniéndose con los cristianos al pueblo nacido de los 12 Apóstoles; y, los musulmanes, aceptar que Dios los ama, los bendice como una gran nación, pero les pide aceptar como hermano al pueblo heredero de la Promesa hecha a Abrahán, aceptando a Cristo como su Mesías y Salvador, y a su Vicario en la tierra: el Papa.
Para compartir:
1.- Enumere los elementos comunes existentes entre Gn 21, 5. 8-20 y Ga 4, 22-31.
2.- ¿Cuál es, bíblicamente, el Plan de Dios respecto a estas tres religiones?
Elaborado por:
P. Héctor Pernía, mfc