POEMA
Santa Inés, virgen y mártir (+ 305).
En el día de su Onomástico (21 de enero), Hospitalitos de la Fe dedica con cariño este homenaje a todas las parroquias, pueblos, comunidades y personas que llevan su nombre.
Preste mucha atención
quien de los Santos no hace más que criticar.
Santa Inés era tan solo una niña;
que su cuerpito a Dios quiso ofrendar.
Aprenderemos que no es nuestro el cuerpo,
que nunca lo debemos profanar,
porque de todo lo que con él hagamos,
cuentas a Cristo tenemos que dar.
¡Hoy, que es día de Santa Inés,
pregunto, si sabes, de dónde es!
Tantas mujeres llevan su nombre,
¡No sé, si saben, cómo, ella fue!
¡Y tanto que la oímos nombrar!
Pero, de averiguar, ¿quién era ella?,
ni siquiera, tan sólo un poquito,
nos ponemos a averiguar.
En el día de su onomástico,
veintiuno de enero, no se les vaya a olvidar,
se entonen siempre estos versos,
donde su fiesta vayan a celebrar.
Para que a niños, jóvenes y viejos,
su heroico ejemplo pueda contagiar,
hagan que rimen y que canten
esta historia que les voy a contar:
Virgen y romana del siglo cuarto,
fue mártir de la virginidad;
porque, entregó su vida por precio,
para no mancillar su santidad.
Tenía tan solo trece años,
y el hijo del prefecto de Roma la quiso obligar;
y, porque rechazó aquel matrimonio,
cruelmente la hizo decapitar.
En la Vía Nomentana,
en las catacumbas de Santa Inés,
sus santos restos descansaron,
pero su devoción hasta hoy sigue de pie.
Con el poeta Prudencio y San Dámaso,
Ambrosio, Agustín, y Gregorio Magno;
en grandes poemas y panegíricos,
para los siglos, su memoria, escrita fue.
Hoy necesitamos de estos versos,
ante tanto horror y mundanidad;
pues, la gente de estos tiempos,
bien lejos de Dios quiere andar.
No pareciera que fuera antiguo,
lo que nos está diciendo Santa Inés;
habremos evolucionado en tecnología,
pero hemos retrocedido en moralidad.
Fue tan valiente, Santa Inés;
tan niña y tan mujer a la vez;
por eso, algunas loas más,
con amor, yo le vengo a ofrecer.
Con apenas, tan solo, trece añitos,
mira lo que hizo para imitar,
lo que Cristo hoy en su Palabra,
a todos nos invita a meditar.
En Hebreos, capítulo siete,
allí lo podremos encontrar,
al Cordero, Víctima Santa,
que, en una Cruz, se fue a inmolar.
Y con su Muerte y su Perdón,
del pecado nos vino a liberar;
Santa Inés le ofrendó su sangre
para ayudar, a nuestras almas, purificar.
Santa Inés, pura e inmaculada,
quiso para siempre estar;
porque, en una comunidad consagrada,
sus votos de virgen quiso entregar.
Aunque a una cruz, como Cristo,
ella nunca fue a parar;
por su pureza y castidad,
aceptó morir antes que pecar.
*Autor:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc