*Apologética en la Liturgia de la Palabra*
VI Domingo del Tiempo Ordinario. Solemnidad.
*Lecturas del día:* Si 15, 16–21; Sal 118, 1–2. 4–5. 17–18. 33–34; 1Co 2, 6–10; Mt 5, 17–37.
*Comentario:*
La Liturgia de este Domingo nos responde algunas inquietudes que con frecuencia nos hacemos:
1-. ¿Dios nos coarta la libertad?
Todo lo contrario. Él mismo nos hizo libres. Por eso nos dice: «Si tú quieres, guardarás los mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito» (Si 15, 15).
2-. ¿Hay pecados a los que Dios da permiso?
«A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar» (Si 15, 20).
3-. ¿Dios condena?
Dios a nadie condena. Él es siempre Salvación, y la salvación es un don, que uno mismo acepta o rechaza: «El te ha puesto delante fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano. Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará» (Si 15, 16-17).
4-. Las sectas y asociaciones de conocimiento oculto.
Dice hoy en la segunda lectura (1Co 2, 6-10), que la sabiduría de Dios está oculta a los de este mundo. ¿No es lo mismo que los gnósticos, masones, u otras religiones que dicen poseer un conocimiento oculto?*
No es lo mismo. En esas organizaciones creen en conocimientos secretos que supuestamente Dios no quiso revelar a más nadie sino a unos elegidos. Eso es totalmente opuesto a la revelación cristiana, ya que el mensaje de salvación es un don para todos los pueblos *(cf. Mt 28, 18-20; Jn 1, 11-13; Rm 13, 2),* que las personas según la carne no alcanzan a ver o entender *(cf. Rm 8, 5-7; Mt 16, 23; Col 3, 1-13)* por calcular todo terrenalmente.
5-. Si Cristo no vino a abolir la Ley y los profetas (cf. Mt 5,17) ¿por qué los católicos guardan el domingo en lugar del sábado?
No abolir, no significa dejar la legislación antigua tal cual estaba. Veamos en todo el capítulo cinco de Mateo, cómo Jesús cambia varias leyes que eran tan obligatorias como el mismo descanso sabático. De ésta y otras leyes judías, por ejemplo, Cristo hizo ver el estado de agonía que tenían; porque su vigencia tenía validez hasta Él, ya que su fin era justamente preparar su venida; y, era agónica, también, porque era una legislación incapaz de redimir al pecador (cf. Hch 13, 38; Ga 3, 11; Rm 3, 20), y no tenía otro modo de saldar el pecado sino con la muerte (cf. Jn 8, 1-11; 1Co 15, 16; 2Co 3, 6-7).
Era necesario que la antigua legislación cesara para que pudiera entrar e inaugurarse la Nueva Alianza en Cristo; pues dice en Hb 7, 12: «Porque, cambiado el sacerdocio, necesariamente se cambia la Ley».
*Para compartir:*
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*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc