*Apologética en la Liturgia de la Palabra*
Sábado, VI Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo C.
*Lecturas del día:* St 3, 1–10; Sal 11, 2–5. 7–8; Mc 9, 2–13.
*Comentario:*
La enseñanza de este día es de orientación para quien señala como indigna la comunión en la mano y para quien crea que Cristo es inferior a Dios.
Ciertamente que la Comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo es sagrada y no se le debe recibir indignamente, tal como lo advierte el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto en 1Cor 11, 27; pero no debemos confundir las cosas, porque Pablo no se está refiriendo a que recibirla en la boca sea de modo indigno, sino a comulgar estando en pecado mortal, tal como lo instruye el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 1395: “Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar”, y a eso obedece que Pablo, en nombre del Señor, ordena a cada quien examinarse antes de acercarse a comulgar (cf. 1Cor 11, 28).
Es un error de rigorismo malsano demonizar la comunión en la mano y creer que por el solo hecho de comulgar con la boca ya la comunión es santa. Un modo de pensar así revela un desconocimiento de que el cuerpo, en su totalidad, es templo del Espíritu Santo; es ignorar que en la Última Cena Jesús no le puso en la boca a los apóstoles su Cuerpo y su Sangre en las formas del pan y el vino, sino que se los dio en la mano; e ignorar, por último, que, en los primeros seis siglos, la comunión siempre fue en la mano y no en la boca.
¿A qué viene tocar este tema? Para pedirle a quien aún se ciega a ver como buena solo la lengua para comulgar en la Santa Misa, y no la boca, que lea con atención la primera lectura de hoy para que reflexione y se pregunte luego, con qué peca más, si con las manos o con la lengua.
Cristo, ¿inferior a Dios?
Ésta la tenemos en el santo Evangelio; de modo específico en la hermosa declaración que el Padre hace del Hijo:
“Dice bien: Mi Hijo, no por adopción, sino por naturaleza; y no nacido en el tiempo, sino coeterno; no de otra sustancia, sino consustancial, amado desde toda la eternidad y predilecto de un modo singular”.
“El Padre ama al Hijo, el eterno al coeterno, el excelso ama a su igual, el amante al que le corresponde con amor. Y como el Hijo es amado por el Padre, así Cristo ama al Padre. Es lo que indica el evangelio cuando dice que el Padre glorifica al Hijo y es glorificado por el Hijo. El evangelio recuerda la mutua glorificación del Padre y del Hijo, para alejar la idea de que el Hijo es inferior al Padre, y para descartar la sugestión de que el Hijo no es dueño de la propia gloria, como si fuese inglorioso». (1)
*Fuente:*
*(1)* Pedro de Blois, diácono (1135-1200); Sermón: “El Padre glorifica al Hijo”; Homilías, comentarios y meditaciones desde la tradición de la Iglesia; 12 febr 2017; deiverbum.org/mc-09_02-13/
*Para compartir:*
1.- ¿Qué bases teológicas y pastorales existen para la comunión en la mano?
2.- ¿De qué modo se ve revelada la divinidad de Cristo en el santo Evangelio de hoy?
*Elaborado por:*
P. Héctor Pernía, mfc