Jueves, 10 Semana del Tiempo Ordinario. Ciclo B.
*Lecturas del día:* 2Cor 3, 15—4, 6; Sal 84, 9–14; Mt 5, 20–26.
*Comentario:*
En continuidad con la enseñanza apologética de ayer, hoy vemos cómo, desde Cristo, comienza la Ley definitiva. En el evangelio de hoy Jesús se presenta actuando como superior a la Ley antigua, derogando y corrigiendo las imperfecciones que tenía y estableciendo nuevos mandatos: “Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado.” (Mt 5, 21—22)
El cristiano verdadero no va desde Jesucristo hacia atrás a buscar en los escombros de la ley antigua lo que necesita para salvarse; el cristiano va a Jesucristo a emprender y a buscar, desde Él, lo que ha de creer, hacer y enseñar en la fe. Por eso Jesús declaró: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí” (Jn 14, 6).
Muchos grupos protestantes se encuentran en una situación muy semejante a la que san Pablo describe y anuncia sobre los judíos que se resistían a aceptar a Cristo como su Señor y su Mesías salvador y se anclaban ciegamente a la Ley. Esto fue lo que les dijo: “Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. Y cuando se convierta al Señor, caerá el velo.” 2Cor 3, 15-16.
El velo que llevan en sus corazones al leer a Moisés y la Ley, ciega el entendimiento no solamente de los judíos, sino también de quienes, en su vitrina, aparentan aceptar y seguir a Cristo, pero adentro, en sus corazones, en sus vidas, se resisten a pasar de la antigua Alianza a la nueva; con lo que ponen en tela de juicio y dejan mucho lugar a dudas de si realmente aceptan y reciben a Cristo como su Señor o no. ¿No te has dado cuenta que tienen más leyes y mandatos del Antiguo Testamento que del Nuevo?
Esto ayuda a entender por qué hay grupos protestantes que vomitan y demonizan el llamado al diálogo ecuménico, a ir a la búsqueda de la unidad entre los cristianos. Sin embargo, san Pablo dice algo muy esperanzador en el mismo texto de la primera lectura de hoy: “cuando se convierta al Señor se arranca el velo” (2Cor 3, 16). Esta promesa tiene mucha cercanía con la que se lee en *Lc 24, 25-27*, donde se nos revela que primero el pueblo judío se resistiría a Cristo y se convertiría y lo aceptaría.
El sentido común nos dice que, si protestantismo y judaísmo tienen ataduras en común que les distancia de Cristo, la futura conversión de los judíos traerá muy posiblemente consigo, también, la conversión del protestantismo hacia su Iglesia madre, entrando junto con nuestros hermanos mayores, los judíos, por la puerta estrecha de la obediencia al Vicario de Cristo *(cf. Jn 13, 20; 21, 15-17)* hasta lograr consumar la unidad de los hijos de Dios en un solo rebaño y un solo pastor *(cf. Jn 10, 16)*
*Para compartir:*
1.- ¿Qué ataduras en común tienen a judíos y grupos protestantes distantes de Cristo?
2.- ¿Qué realidad encontrarán quienes retiren de sus ojos el velo que llevan puesto cuando leen sobre Moisés?
*Elaborado por:*
Pbro. Héctor Pernía, mfc