Apologética en la Liturgia de la Palabra
Martes, III Semana de Pascua.
Lecturas del día: Hch 7, 51—8, 1; Sal 31, 3–4, 6–8, 17, 21; Jn 6, 30–35.
Comentario:
“SEÑOR, DANOS SIEMPRE DE ESE PAN” (Jn 6, 34).
Vaya reacción tan diciente la de estos judíos que iban tras Jesús; parecían ser sus discípulos. Le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan” (Jn 6, 34), cuando Él les llamaba a comer el pan que bajaba del cielo, para dar la vida eterna; y es que, eran capaces de ir de un pueblo a otro para encontrarlo; pero, ¿era para oírle? ¿para atender sus enseñanzas? ¡No! Lo de ellos, eran ellos; no era Jesucristo. Con su boca le adulaban, y en su corazón le mentían.
¿Somos sinceros con Cristo cuando vamos al culto, a la Iglesia, cuando decimos a otras personas que soy cristiano, o evangélico o católico, que estamos con Cristo? O ¿vivimos, por el contrario, como aquellos judíos…?
Las señales que leemos en el capítulo seis del evangelio de Juan, dan muestra de que los judíos iban a Cristo en son de burla y para manipularlo; querían simplemente saciarse del alimento carnal, mientras fingían estar interesados en su Palabra; permanecían con Él, esperando el momento en que hiciera un milagro de multiplicar comida y saciar su estómago. Como comentó san Juan Crisóstomo: ”Ansiando ellos los placeres del vientre y no pensando en nada espiritual, sino únicamente lo de este siglo. Cristo los excitó con abundantes discursos, llenos unas veces de acritud, otras de suavidad y perdón. Pero ni aun así se levantaron a lo alto, sino que permanecieron por tierra.” (1)
Si se lo hicieron a Jesús en persona, ¿cómo no se lo iban a hacer en el correr de los siglos a su Cuerpo místico, la Iglesia? Tantísimos que toman el Evangelio, para hacer de él una máquina para producir dinero fraudulento, mediante cobros obligados de diezmos, primicias, ofrendas, haciendo creer a todos que ellos fueron llamados por Dios para ser sus ministros directos en la tierra y sacar católicos de la Iglesia para meterla en las mal llamadas Iglesias, porque sólo son instituciones personalizadas.
Esta tentación, de seguir aparentemente a Jesús como aquellos judíos, no distingue personas, y suele ocurrir hasta dentro de nuestra propia Iglesia Católica, cuando vamos a un acto sacramental para hacer creer que estamos con Dios, cuando realmente lo que nos importa es quedar bien ante una institución, o unas obligaciones de estética institucional o de etiqueta social; o en el sacerdocio, cuando en lugar de tomar este servicio para ser sacerdotes del Dios altísimo, nos hacemos de este ministerio para obtener estabilidad económica y poder (cf Jn 6, 26). ¡Cuánto sacrificio y dolor en la gran mayoría de los sacerdotes que quieren vivir con rectitud su consagración, y tienen que padecer con paciencia la hipocresía en muchas personas que van a los Sacramentos no porque estén interesados en saber de ellos y vivirlos, sino para satisfacer intereses personales!
Jesús hoy nos sigue exhortando con las mismas palabras del evangelio: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado» (Jn 6, 29).
Fuente:
1] San Juan Crisóstomo, https://www.deiverbum.org/jn-06_30-35/
Para compartir:
1) ¿He sido sincero con Cristo cuando practico la fe cristiana ante los demás?
2) Para ser transparente con Cristo, ¿qué debo hacer?, ¿cómo debo ser?, ¿qué decisión debo tomar?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc