Apologética en la Liturgia de la Palabra
Lunes, III Semana de Cuaresma, feria. Ciclo B / Año impar.
Lecturas del día: 2 Re 5, 1-15a; Sal 41, 2-3; 42, 3-4; Lc 4, 24-30.
Comentario:
El relato de la curación de lepra del Jefe del ejército Sirio, Naamán, siguiendo instrucciones del profeta Eliseo, nos sirve de ejemplo para defender aquello que la Iglesia conoce como: SACRAMENTALES; es decir:
“(…) signos sagrados con los que, imitando (…) a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida” [1].
Veamos cómo los sacramentales encuentran eco en la primera lectura de hoy. Para ello, precisemos algunos detalles del relato bíblico:
▪️ Aquel Jefe Sirio creyó en lo dicho por la joven judía que estaba al servicio de su esposa: “si mi señor pudiera presentarse ante el profeta que hay en Samaria. Él lo curaría de su lepra” (cf. 2 Re 5,3b).
▪️ La Escritura claramente llama a Eliseo “el hombre de Dios” (cf. 2 Re 5,8a).
▪️ El profeta no le atendió personalmente; leemos que dice: “Envió este un mensajero a decirle (…)” (cf. 2 Re 5,10a).
▪️ Naamán fue enviado a “lavarse” siete veces en el Jordán (2 Re 5,10b).
▪️ Aquel Jefe Sirio, una vez limpio, junto a su comitiva “(…) regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel»” (cf. 2 Re 5,15a).
Así como Naamán fue donde el «hombre de Dios», el fiel católico -con fe- se acerca a los «hombres de Dios» en la Iglesia (los obispos). Si el profeta le envió a Naamán un mensajero, nuestros obispos nos envían a sus colaboradores (los presbíteros o sacerdotes) con las instrucciones que debemos seguir: el uso correcto de los sacramentales que nos comunican los efectos que la intercesión de la Iglesia obtiene para nosotros.
Este «uso correcto» también lo notamos en Naamán. No fue el simple acto de bañarse en el río “siete veces” lo que lo sanó (como si el “ritual” fuese suficiente); es que así se lo ordenó el profeta de Dios. Aquel baño sólo es una “imitación” de la verdadera purificación que tenemos hoy en el sacramento del bautismo. Finalmente, vemos que aquel Sirio regresó y reconoció que «no hay otro Dios en toda la tierra»; de igual manera, el fiel católico sabe que los sacramentales -usados correctamente como lo enseña la Iglesia- le acercan a reconocer al único y verdadero Dios.
Fuente:
*[1]* Catecismo de la Iglesia Católica, Numeral: 1667.
Para compartir:
1.- Leyendo los numerales 1674 y 1675 del Catecismo, ¿Puedes explicar cómo los sacramentales te acercan a la vida litúrgica de la Iglesia?
2.- ¿Cómo ha sido tu experiencia usando sacramentales? ¿Cuáles usas frecuentemente?
Elaborado por:
Nelson Ledezma, mfc