Apologética en la Liturgia de la Palabra
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia.
Lecturas del día: Hch 4, 32–35; Sal 117, 2–4, 16–18, 22–24; 1Jn 5, 1–6; Jn 20, 19–31.
Comentario:
¿Por qué los cristianos hacen su culto el domingo y no el sábado?
El acontecimiento de la Resurrección marcó un antes y un después en el pueblo de Dios; y, particularmente, en la vida de los cristianos. El Espíritu Santo dejó por escrito: “Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos” (Jn 20, 19).
La celebración del Domingo como día sagrado de descanso y asamblea litúrgica obligatoria ya estaba en la mente de Dios cuando en la antigüedad, para conmemorar la Semana de Pascua, ordenó a Israel que también el primer día de la semana sería sagrado y todos tenían que reunirse de manera perpetua en asamblea ese día para celebrar la salida de Egipto y así prepararse para la Pascua definitiva que se cumplió en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Dijo así el Señor a los Israelitas:
“El primer día tendréis una asamblea santa y el día séptimo tendréis otra asamblea santa. En esos días no haréis trabajo alguno, salvo la comida para cada uno. Esto es lo único que podréis hacer. Guardaréis la fiesta de los Ázimos, porque ese mismo día saqué yo vuestros ejércitos del país de Egipto. Guardad ese día, de generación en generación, como ley perpetua.” (Ex 12, 16-17)
De una celebración de la Pascua que era anual y las reuniones sabatinas en las sinagogas, los cristianos pasaron a congregarse y a celebrar semanalmente la cena de Pascua; pues ya, para siempre, la Pascua a celebrar no es la de Israel saliendo de la esclavitud en Egipto, sino la Pascua de toda la humanidad que ha sido liberada por Dios de la esclavitud de la muerte y del pecado gracias a la Pascua de Resurrección de su Unigénito, nuestro Señor Jesucristo.
Vemos en el evangelio de hoy que, de manera consecutiva dos domingos, al atardecer, estaban reunidos sus discípulos y Jesús se presentó entre ellos; lo que da y sugiere, en sí mismo, un indicativo de continuidad. La cena del cordero pascual, que Dios estableció celebrar anualmente cada primer día de la semana de Pascua, era figura y preparación de la Pascua definitiva que tendría lugar con la pasión, muerte y resurrección de su Hijo; y, una vez ha llegado la luz, ya no hay lugar para la sombra; una vez presente la realidad, ya no se requiere la figura de aquellos sacrificios antiguos y aquellas reuniones sabatinas. Por eso, los cristianos ven la pascua judía como un camino hacia la Pascua de Cristo, que es nuestra propia Pascua. De ahí que, el punto de partida para siempre es Cristo. Por eso, el cambio y la irrupción tan grande que los cristianos ocasionaron entre los judíos: de la sinagoga a las casas de familia; de la sola lectura de los antiguos textos sagrados, a la reunión semanal para compartir los escritos apostólicos y la cena del Señor mediante la fracción del pan; del sábado para el domingo, como día sagrado.
Para compartir:
1. ¿Qué valor le dan los adventistas a Cristo si al fin y al cabo siguen sujetos a leyes judías que la Iglesia primitiva no continuó?
2. ¿Qué testimonios bíblicos revelan que el Domingo fue el día del Señor para los cristianos?
Elaborado por:
Pbro. Héctor Pernía, mfc